Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com

Ser electo presidente y vicepresidente dentro del sistema democrático es una cosa, desarrollarse en dicha función es completamente distinto a lo que todos creen.

Durante el período democrático, Guatemala ha tenido ocho gobiernos consecutivos, dos de ellos electos o designados por el Congreso de la República. Ambos gobiernos “transitorios” han sido “tibios, poco eficientes”, especialmente el que presidió Alejandro Maldonado, que ni siquiera tuvo la capacidad de hacer un diagnóstico y de reencauzar en algún sentido la administración en el Organismo Ejecutivo; incluso, no tuvo la iniciativa de nombrar a la totalidad de su Gabinete; por consiguiente, su gestión no puede considerarse beneficiosa para el país.
El presidente Maldonado se escuchó a sí mismo, perdiendo la oportunidad de pasar a la historia por haber alcanzado algún logro y aunque trató de resolver la tragedia del Cambray II, no lo logró; por ende, solo nos ha dejado un tiempo perdido y un país que continúa con tremendas injusticias sociales, políticas y económicas.
En la última elección general, la gran mayoría de ciudadanos que votó manifestó un mensaje por el cambio, mas no un mensaje de cómo hacerlo, por ello es que es tan indispensable que se defina una agenda de gobierno  donde no influya predominantemente el embajador norteamericano, la comunidad europea o los organismos internacionales, quienes sin duda alguna están preocupados de sus propios intereses los cuales muchas veces no coinciden con los intereses de los guatemaltecos. Si nosotros obráramos conforme a sus criterios solo incrementaríamos la pobreza, la falta de oportunidades y con ello el estancamiento y el retroceso social de la mayoría de nuestros ciudadanos.
Ha sido correcto que nuestras autoridades les pidan a los representantes internacionales que no se expresen públicamente, que no critiquen públicamente a nuestro país soberano.

El ideal es que ya no aparezca ningún miembro de la comunidad internacional, empezando por el embajador norteamericano, dando conferencias de prensa.

Si nosotros pretendiéramos que algún país se rigiera por los consejos y opiniones de los guatemaltecos, sin duda alguna produciríamos un rechazo y una censura enorme, por ello podremos decirle que “ellos ven la paja en el ojo ajeno, pero no miran la viga en el propio”.
Esta semana que nosotros llamamos Semana Santa es sumamente propicia para escuchar, analizar y determinar cuáles son las principales acciones de nuestro gobierno, no para descansar.

El acostumbrado plazo de cien días ha transcurrido en buena parte; por tanto, serán los hechos los que hagan que los guatemaltecos estimen que hay gobierno y que las acciones del mismo están produciendo ya un camino determinado a seguir. El hambre no espera, la pobreza y la extrema pobreza claman por soluciones concretas.

Por consiguiente, todos deseamos que de abril en adelante la meditación termine, se olviden los festejos y se empiece con la aplicación de soluciones concretas las cuales deben ser dirigidas a la canasta básica, al empleo, a los salarios y a la recaudación justa y ecuánime.
¡Guatemala es primero!

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