Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt

Tras los últimos acontecimientos, muchos se han dado a la tarea de señalar que en contra de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) y el Ministerio Público (MP) viene una retopada de los 11 mil diablos, porque en la Guatemala de hoy se han juntado aquellos defensores y saqueadores del sistema, quienes se sienten amenazados ante las investigaciones y las posibilidades de cambio.

Pero la mejor forma de defender y apuntalar la lucha contra la impunidad, la lucha para enfrentar la corrupción y la lucha por la reforma del Estado, es hacerla nuestra.

Debemos sentir, porque así es en la realidad, que si no erradicamos la impunidad estamos perdiendo oportunidades en manos de los mafiosos. Los que tenemos oportunidades, perdemos el chance de más posibilidades pero mal que bien es un escenario cómodo, ahora ¿se imagina cómo es para aquellos miembros del círculo generacional de la pobreza? Ellos no pierden oportunidades, porque nunca las han tenido, a menos que hagan la hombrada de irse a Estados Unidos.

Debemos aprender a tener esa doble calidad, es decir, ejercer el oficio que sea pero sin dejar por un lado el papel de ciudadano, aquella persona considerada como miembro activo de un Estado, titular de derechos políticos, con obligaciones y sometido a las leyes (RAE).

Si ejercemos nuestro papel, podemos allanar el camino para acompañar los procesos judiciales con reformas que delimiten el ancho camino que hoy tienen para actuar los mafiosos. La reforma al sector justicia se propondrá en algún momento y eso es algo que se debe seguir y apoyar.

Ahora que vemos tanto proceso viciado, la iniciativa de reforma del sistema de compras y ejecución del gasto público habrá de venir porque lo que tenemos, aunque le agreguemos la subasta invertida y otros temas, no será suficiente. Mientras sigamos teniendo tantas unidades ejecutoras (craneando los negocios) será imposible que exista una verdadera fiscalización y rendición de cuentas.

¿Y cómo le damos forma, cómo hacemos esta lucha propia? Predicando con el ejemplo, platicando con la familia, amigos, compañeros de trabajo respecto a la importancia del cambio; debemos aprender a tocar puertas, a trabajar de forma organizada para generar plataformas en las que las voces de cambio resuenen más fuerte.

En Estados Unidos la figura del organizador comunitario es muy importante y es vital que aquí podamos tener líderes que logren cohesiones en su terruño; se puede empezar a trabajar en grupos por zonas, por regiones que luego se unan con las demás del municipio para eventualmente trabajar como un departamento, aspirando a que algún día actuemos como un país unido en el que nos levantamos o caemos todos sin dejar a nadie atrás.

Claro que no faltarían los que lo vieran como peligro y busquen maneras de salir de ellos. Utópicos quizá mis pensamientos, pero es que si no no hay salida, puesto que el cambio pasa indispensablemente porque lo sintamos como propio y luchemos por él como luchan los honrados por llevar el pan diario a la casa.

La Guatemala de hoy requiere de nuevas formas de ejercer la ciudadanía y con nuevas no digo que inventemos el agua azucarada, solo creo que son nuevas porque nos hemos olvidado o talvez nunca aprendimos a ser verdaderos ciudadanos.

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