Alfonso Mata

Y entonces madre ¿qué crees? –fue mi pregunta.

– Tanto más las clases dominantes resaltan sus propios éxitos, tanto menos esa manifestación de autoestima, esas demostraciones, generan la estima de los interlocutores y eso ya empezó.

– Pero sí sólo tienen quince días en sus cargos, no exageres –le respondí.

Mi madre no me escuchó y continuó.

– Puedo decirte de antemano, lo que son nuestras máximas autoridades: flexibles, al menos en apariencia, y educados. Más predecible es, que cada vez se están presentando en un crescendo de vehemencia, cuando interpelados en varias ocasiones sobre corrupción, hacen un mutis. Esos tonos no son nada nuevos. Desde nuestro pasado, estilos y apariencia no cambian. No veo ni avisto, que el país se dirija a la estación de la «transformación». Quizás, en compensación a las dificultades políticas internas, las voces van a empezar a subir. La ministra –una exconstructora con excelentes credenciales– agitó los cimientos de «manos limpias» y abrió la carrera de privilegios y otras cosas.

Insultos pronto se vendrán y siempre habrá algunos dispuestos a escucharlos. Mientras los grandes “dinosaurios” propietarios y empresarios, movilizan huestes, para ganar posición en el terreno de la Guayaba. ¿Resultado? La población empieza a alarmarse. Las voces de la política de “manos limpias” se empieza a dejar en el olvido por la de “manos vacías” y por lo tanto, ha llegado el momento a nuestros políticos, de dejar de coquetear con las ideas de grandeza desplegadas por la ofuscación del poder y atender al pueblo, tal y como intelectuales de la talla de Asturias, Marroquín y Cardoza (en contraste con su figura literaria) dejaron recomendado en sus escritos a los políticos.

– Pero si nuestras estrenadas autoridades, “con el sombrero en la mano» intentan afirmarse a sí mismos, sí intentan la aventura del pasado, de sus antecesores, van a ser derrotados por “la plaza” –le recordé.

– ¡Eso crees!, ¡eso crees! –me dijo, sólo les va quedando poco tiempo, el corto inmediato, para medir la relación entre los costos (altos) y beneficios (casi inexistentes) de la empresa que tienen por delante. Luego –continuo, cuanto más reticentes sean a la idea de traer el desarrollo a la gran población, ten por seguro que serán linchados desde el principio. Surgirán magullados y con un país casi a la muerte. Y una cosa que no comprendo, no entiendo al llegar ese momento, es que pierden los valores y el norte.

– ¿Qué piensas qué pasará?

– En los últimos treinta años, después que la avaricia política ha resurgido, en la forma que se mostró el año pasado, es bueno traer a la memoria a los que los antecedieron y a algunos de sus allegados los cuales viven hoy, la angustia y la zozobra; ninguno logró el cariño de su pueblo, que es el máximo y único premio que pueden llevarse a la otra vida. Ahora la tentación de insistir en la adopción de posturas descuidadas, incorrectas e ilícitas, va fuerte de nuevo, especialmente en formas (y no sólo las de la política) para seguir saqueando a Guatemala.

El problema –M’hijo, no son las aduanas, la salud; es todo un sistema creado, mantenido y defendido, bajo argumentos de “leyes, justicia y constitución” para robar, cometer toda clase de actos ilícitos y la ciudadanía al ver, trata de imitar. En nuestra querida Guatemala, es la violencia política, la que crea la violencia social y eso no se cura con policías.

– Alguien, por supuesto, puede tener la tentación de disfrutar de las pocas caídas que ya se dieron, como el escándalo de la ministra o la artimaña por adquirir poder del presidente del Legislativo, que están allí para señalar los problemas que a él le conviene enseñar. Artimaña desde siempre usada, para revolver pensamientos y sentimientos de la buena la gente. Nanay, los viejos lobos siempre encuentran su caperucita; siguen y seguirán presentes.

– No recuerdo por mis años, pero alguien dijo una vez cuando era patoja: los guatemaltecos somos babosos, y al mismo tiempo mañosos, así crecemos y sobrevivimos, hasta volvernos grandes pícaros.

– Pero la chamarra ya no da para más.

– Siempre da y la gente seguirá siendo babosa y aguantadora, de eso se aprovechan los políticos, no les gusta agitar olas, ya verás, ya verás.

Sentí una verdadera repulsión, por la política.

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