Francisco Cáceres Barrios
fracaceres@lahora.com.gt

Este mensaje no solo va dirigido a quienes van a asumir su mandato el 14 de enero de 2016, sino va para quienes hoy mismo tienen sobre sus hombros la responsabilidad de brindar a la ciudadanía la indispensable libertad de acción para producir, para generar oportunidades, para cumplir con sus obligaciones ya fueran de carácter laboral, profesional u ocupacional. Dicho en palabras más sencillas, todos tenemos el deber de llevar a nuestros hogares el pan nuestro de cada día y al Estado le corresponde darnos las garantías para poder hacerlo. No podemos seguir viviendo la ineficacia e ineficiencia de quienes tienen el deber de combatir la delincuencia y también la obligación de prevenirla.

Lo ocurrido la mañana del pasado martes 20 de octubre, en la unidad de transporte colectivo de la Ruta 73, a la altura del boulevard El Naranjo, zona 4 de Mixco, demuestra que a pesar de tantos operativos, campañas, capacitaciones e instrucciones que reiteradamente las autoridades dicen estar haciendo, simplemente no funcionan o al menos, los agentes policíacos no las cumplen en su totalidad o tranquilamente solo hacen lo que les da la real gana, pues lo que menos les preocupa es el bienestar y seguridad de la población.

El día mencionado, dos delincuentes abordaron el autobús y cuando se desplazaban por el citado lugar, con amenazas empezaron a despojar de sus pertenencias a los pasajeros pero, no contaron con la astucia de uno de ellos, quien logró detectar que el arma de fuego que portaban era de plástico, por lo que armándose de valor obligaron a los pillos a bajarse, propinándoles una más que merecida paliza. Como siempre, la policía apareció hasta después de cometido el hecho delincuencial, forzando a los pasajeros a suspender su más que justificada reacción y con la intervención de un cuerpo de bomberos, se llevaron detenidos en su radiopatrulla a los encartados pero, aquí viene lo asombroso, uno de los voceros policiales declaró que por no haberles encontrado armas, identificación alguna y porque nadie había presentado la denuncia respectiva, a los malandrines les habían dejado en libertad.

Dándole vueltas a tan insólito ejemplo me formulo las siguientes preguntas: ¿Cuál es el mensaje que la Policía Nacional Civil está enviando a la población? Primero, ¿que si sorprende infraganti un delincuente, hay que eliminarlo de inmediato y luego poner pies en polvorosa? Segundo, ¿qué no existe ninguna ley que obligue a las autoridades a consignar a los supuestos delincuentes a un tribunal? Y tercero, ¿qué no hay otro remedio más que seguir soportando tanta injusticia hasta que a nosotros y a los nuestros les ocurra algo similar?

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