Raymond J. Wennier

Los términos “Escuela del futuro” o “Aula del futuro”, han sido conocidos por varios años por haber implementado un “laboratorio” con computadoras, tecnología, a disposición de los alumnos.

El uso de las computadoras requiere un cambio en cómo el maestro hace uso de ellas, basado en estrategias educativas nuevas.

¿Qué pasaría si las computadoras no estuvieran en un “lab”?

Las estrategias pedagógicas para el aprendizaje son tan variadas y dinámicas que las aulas tienen, físicamente, que sufrir un cambio en cuanto a cómo se prestan para realizar la implementación de estrategias que deben ser activas, interactivas y participativas.

Las escuelas tipo Federación, en la época del Presidente Arévalo, su creador, eran escuelas novedosas por su diseño físico y su estructura pedagógica. ¿Qué pasaría si se les utiliza como un experimento y rediseñarlas como una muestra de cómo podrían ser utilizados sus espacios en forma apropiada para el siglo XXI?

Parte de la lista de factores que se utilizan para calificar la “calidad” de una escuela, es su planta física, los espacios dedicados al proceso educativo.

Además de los “productos” estáticos como son las mesas redondas, los materiales didácticos, los materiales de construcción de la escuela, los pizarrones “White boards” para usar marcadores o los interactivos, las libreras, textos y otros materiales, como auxiliares a la planificación y labor de los maestros, siendo de calidad o no, son productos finales; hay que añadir el concepto de cómo utilizan los maestros esos productos como auxiliares en el espacio y tiempo ocupado realmente con los alumnos. Esto último, es un elemento en el camino hacia la excelencia.

Cuando hablamos de espacios no significa únicamente los de dentro de la escuela, los de afuera también. Los “targets” propuestos a lograr, tienen que tomar en cuenta los espacios físicos para asegurar experiencias ricas para el aprendizaje, que sean interactivas entre compañeros, maestros y con su ambiente alrededor de la escuela.

Si se tomara como experimental el uso de los edificios escolares tipo Federación, sería indispensable el “imput” de ideas de los maestros sobre qué y cómo diseñarla para que responda a las nuevas demandas sobre las múltiples necesidades educativas para este siglo. Sería poner en práctica lo que pedimos a los alumnos: Pensar críticamente, reflexionar, analizar, pensar creativamente, evaluar las ideas y proyectos, hacer decisiones y ponerlas en práctica.

¿Qué pasaría si hubiese ambientes para el trabajo de un solo alumno; el de un equipo de cuatro o cinco personas o para un grupo más grande, utilizados para el aprendizaje?

¿Cómo sería la creatividad de los maestros al diseñar las áreas alrededor de la escuela? Primero habría que pensar ¿Cuáles serían los propósitos y fines de tal o cual arreglo? ¿Cómo podría influenciar la conducta por el resto de la vida de los alumnos? ¿Será que los espacios permiten que los alumnos puedan interrelacionarse entre ellos, explorar, descubrir, relacionarse con su ambiente y no sólo mantener a los alumnos dentro de cuatro paredes, sentados ante un escritorio?

Pienso, ¿Qué más podrían realizar educativamente los “maestros 100 puntos” si tuvieran una escuela con espacios apropiados, de acuerdo a las demandas de hoy?

Pues… ¡Hay que preguntarles y tomar en cuenta su opinión!

 

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