Eduardo Villatoro

Si en algo se equivocaron garrafalmente el señor Pérez, su compañera de fórmula y los diputados fue en sus expectativas al elegir o designar al Procurador de los Derechos Humanos, a la Fiscal General y a los Magistrados del Tribunal Supremo Electoral, porque pensaron que habían colocado en esas posiciones a personas que acatarían sus recomendaciones, exigencias e instrucciones.

Inicialmente, yo mismo critiqué que el gobernante hubiera escogido al doctor Jorge de León Duque entre la terna que le planteó el Congreso para titular de la PDH, en virtud de sus mediatos e inmediatos antecedentes, tales como que su padre, el bien recordado para mí Ramiro de León Carpio, después de haber realizado una brillante tarea en la citada Procuraduría, fue elegido por el Organismo Legislativo para concluir el período presidencial del defenestrado Jorge Serrano Elías, y durante su mandato de dos años, el coronel Pérez fue el jefe del desaparecido Estado Mayor Presidencial.

Posteriormente De León Duque fue elegido diputado por el partido Creo, curul a la que renunció para optar a titular de la PDH, a sabiendas que una vez que integrara la terna iba a ser confirmado en el cargo.

Hasta donde tengo conocimiento, no existió previa relación amistosa entre el señor Pérez y la doctora Thelma Aldana, quien fue presidente de la Corte Suprema de Justicia, después de una prolongada carrera judicial iniciada desde los más bajos escalafones del OJ. Por influencias o afinidades fue designada por el gobernante para Fiscal General, ante el rechazo de grupos sociales simpatizantes de su antecesora, por razones ampliamente ventiladas.

Algo similar ocurrió con los magistrados del TSE, porque el método para elegirlos fue similar a los casos anteriores, dándose por sentado que devengarían sus sueldos, no moverían un dedo para no lastimar la Ley Electoral y de Partidos Políticos y estarían atentos a cualquier parpadeo de los políticos del PP y de Lider, unidos en perversa mancuerna.

Ha sido todo lo contrario. Durante su aprendizaje, De León Duque se mantuvo tranquilo, con perfil bajo ni aspiraciones mediáticas y sin tomar decisiones que pudieran enemistarlo con el señor Pérez ni el partido oficial; pero conforme fue afianzándose en su cargo y las violaciones a los derechos humanos se incrementaron y se tornaron más violentas, el PDH se distanció del gobernante al menudear sus protestas y demandas, aunque no faltan los que esperan reacciones más ásperas del funcionario.

Después de haber sido aceptada con escepticismo, la doctora Aldana se fue consolidando en su posición y fue adoptando decisiones disonantes o críticas contra el mandatario. Conjuntamente con la CICIG el MP desarticuló una red criminal en el seno de Presidios y, luego, contradijo al señor Pérez al apoyar la prórroga del mandato de esa Comisión, precisamente. Lo demás es historia reciente al haber recuperado autonomía el MP, aunque el Ejecutivo le cortó financiamiento.

Desde el principio, los magistrados del TSE tomaron conciencia que no deberían aceptar consignas de los diputados oficialistas ni de otros políticos, y fueron ganando espacios de poder. Ciertamente no han logrado todos sus propósitos, ni las simpatías de opositores radicales que exigen medidas extremas; pero han demostrado que no están bajo la tutela de sus electores, y de ahí que ese Tribunal disfruta del reconocimiento y respeto de los guatemaltecos apartidistas.

En conclusión, ni el titular de la PDH, la Fiscal General y ni el TSE han resultado mansos corderitos u obedientes ovejitas prestos a obedecer a los prepotentes gobernantes y parlamentarios, ni atender sugerencias o descaradas órdenes acerca de la forma de comportarse en sus procedimientos, en resoluciones de toda naturaleza, y desairando caprichos e intereses de quienes los ubicaron en sus puestos de trabajo.

(El indócil Romualdo Tishudo advierte: -A lo anterior deberían agregarse las recientes acciones del MP y la CICIG en su combate a la corrupción).

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