Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt

Yo creo que no hay duda de que las cosas en Guatemala ya no son como antes y que cada día más personas están conscientes de que las reglas deben cambiar; lo único que queda en veremos es cómo y cuándo cambiarán las bases de un sistema podrido y perverso.

En algo están, en parte, de acuerdo algunas personas que dicen querer cambios para el país con los diputados, candidatos y partidos políticos y es que en medio de un sistema corrupto, con una justicia secuestrada, una impunidad galopante y una danza de millones indignante, piden mantener el orden; por eso escuchamos de ambos expresiones como “debemos mantener el orden constitucional” o “se tienen que celebrar las elecciones” y peor aún, “dónde terminará el país si no hay elecciones”.

La pregunta que yo me hago es ¿de qué orden constitucional estamos hablando? A ver, ¿será del orden que ha decidido entregarle el país a los corruptos de cuello blanco o a los ladrones descarados? ¿Será el orden que tiene a los policías en la lipidia pero a algunas de sus altas autoridades viviendo a cuerpo de rey, mientras miles de guatemaltecos sufren por una violencia indolente?

¿Será el orden que permite que quienes vendan medicinas al Estado se hagan millonarios aunque a los pacientes con frecuencia se les diga que no hay medicamentos? ¿Será el orden que permite a los ministros de Comunicaciones convertirse en millonarios capaces de gastar o invertir ese dinero en paz?

¿Será el orden que permite a los ministros de Energía y Minas hacer millones con cada licencia que otorgan? ¿Será el orden que le permite a los dueños de los partidos políticos vender los puestos de elección, para entre otras cosas, luego vivir sin penas por cuatro años? ¿Será el orden que le permite a los candidatos recuperar de forma rápida e impune lo que invirtieron para obtener su puesto de elección popular? ¿Será que es el orden en el que nadie sabe quiénes son los que financian a los partidos?

¿Será el orden que permite que se roben buena parte de los Q70 mil millones de presupuesto de la Nación acrecentando los círculos generacionales de la pobreza? ¿Será el orden que permite fabricar diputados millonarios con los Q14 mil millones del Listado Geográfico de Obras, la venta de votos en el Congreso y otras formas más burdas de robar? ¿Será que es el orden por medio del cual el Ejército, en tiempos de paz, puede gastar a manos llenas de forma secreta y confidencial?

¿Será el orden que permite que los magistrados (de CC y CSJ) y jueces se elijan mediante pactos de impunidad entre muchos políticos, las mafias y hasta empresarios que se benefician de la impunidad?

¿Será que es el orden que les permite a quienes lucran con la educación y la impresión de libros hacerse más millonarios al mismo tiempo en que nuestros alumnos están menos preparados? ¿Será que es el orden que permite a los sindicalistas del Estado ganar más por trabajar menos y con menor calidad? ¿Será que es el orden que permite tener alcaldes ignorantes convertidos en caciques eternos porque pueden usar el dinero del pueblo sin tener que rendir cuentas?

¿Será que es el orden que nos permite tener una inoperante y cómplice Contraloría General de Cuentas que ha permitido la consolidación de una corrupción que mata más que la violencia? ¿Será el orden que permite tener una Fiscalía contra la Corrupción que, ateniéndonos a su actuar, pareciera que en Guatemala no hay corrupción? Así pudiera seguir si me alcanzara el espacio.

Otto Pérez, los diputados y alcaldes de hoy están asustados y no han sacado gente para defender este sistema, aunque tampoco han hecho nada para cambiarlo, pero el ganador de la próximas elecciones, una vez consolidado el modelo y con 4 años más bajo las mismas reglas, se asegurará de apuntalar su oportunidad en un sistema en el que el más ladrón y vivo gana, y esos personajes, presidente, diputados y alcaldes, sí que sacarán gente para asegurarse que nada cambie y que todo siga exactamente igual.

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