Martín Banús
marbanlahora@gmail.com

La farsa de la campaña electoral y “pistocrática”, sigue adelante… También Pérez Molina, sigue como si nada… ¡Lo que confirma que el cuero de danta, con todo aguanta!

Por su lado, los candidatos a la Presidencia del país, continúan con la firme intención de convencernos de que ellos son la solución a todos nuestros males. Cada uno se presenta como la mejor opción para sacrificarse y servir estoica y desinteresadamente a los guatemaltecos…

En pocas palabras, lo que dicen casi todos estos aspirantes a millonarios, es: “Yo soy honrado y con buenas intenciones, y por eso, soy la solución por la que usted debe votar”, como si el ser honrado y mostrar buena intención, no fuera una gruesa obligación legal para todos, no sólo para candidatos… “Dime de lo que presumes y te diré de qué adoleces”. Además, según ellos, autodeclararse “honrado y con buenas intenciones”, alcanza para ser Presidente y enderezar el rumbo del país…

Dicen: Que el vaso ya se rebalsó; que ya están cansados de los corruptos; que la fe no basta pero ayuda; que Guatemala ya cambió; que debemos usar el bisturí; otros, prefieren el hacha de carnicero; unos dicen que no votemos en blanco ni nulo; otros que el pueblo salva al pueblo; que se debe terminar con la corrupción; etc., etc. Pero ninguno tiene la honestidad ni tampoco la capacidad para presentar, en cifras y estadísticas, lo que tendremos al final de su gobierno.

Ninguno ha mostrado un plan, así con mayúscula, que ofrezca y garantice, por ejemplo, que reducirán el analfabetismo 5% cada año… Que bajarán la cifra de 16.3 asesinados diarios, a 13 en el primer semestre, a 11 después del primer año, y a no más de 6 al final de gobierno; y algo parecido con el desempleo, la economía informal, la mortalidad infantil, el turismo, etc. ¡No!

Nadie parece tener un plan con metas y objetivos para cada ministerio, ni con el apoyo de un gran equipo de profesionales para hacerlo realidad. Un plan programado y calendarizado, y con un específico soporte estadístico creíble. Hasta ahora sólo hemos escuchado puras pendejadas…

Un plan permite ver cómo estamos hoy y cómo podríamos estar después de esos cuatro años de gobierno; un plan, debe priorizar la vida humana, la salud y la educación. Un plan debe denotar respeto y compromiso. Un plan debe conducir a cifras generales de creciente mejoría anual y en todos los rubros. Se requiere que el plan contemple, al menos, un desastre natural sea por terremoto o por el fenómeno del Niño. Un plan para combatir eficientemente a las maras y al crimen organizado; en fin, planes, estrategias y números… ¡Nada! ¡No tienen nada serio que mostrar!

Sí; ante la ausencia de un Gran Plan de Nación para 35 o 40 años, estos paupérrimos candidatos, por lo menos deberían publicar obligadamente, –aló, TSE–, un verdadero Plan de Gobierno para saber qué esperar de ellos… Para saber por qué votar o no, por ese candidato y por ese partido político. Saber qué prevén y por qué cómo, trimestre por trimestre, con proyecciones de ingresos y egresos, etc. Por favor, no más promesas pendejas como la de llevar a una selección de futbol a un Campeonato Mundial, ¡por favor, seamos serios!…

Por eso les llamamos farsantes… Porque no saben a ciencia cierta qué es lo que harán y menos aún, cómo… Aparentan que se las saben todas, pero bastan unas cuantas preguntas bien dirigidas y trianguladas, para que comiencen con las respuestas estúpidas y queden en evidencia.

Hablan y dicen, “nuestro plan de gobierno contempla…”. Sí, quizás “contempla”, ¡pero no garantiza nada! ¡Por eso, son una farsa! Son farsantes porque no están dispuestos a abandonar el cargo por incumplir con lo ofrecido. Prefieren no ofrecer nada concreto, hablar vaguedades y estupideces y eso es moralmente despreciable, porque juegan con el hambre, con la tragedia humana, con la enfermedad y la vida de niños y adultos, creando falsas expectativas y finalmente la desesperanza de los más necesitados.

¿Acaso no votaría usted, estimado lector, por el candidato(a), que ofrezca su renuncia y la de su gabinete en pleno, si a mitad del período, no hubiera cumplido con lo ofrecido en ese plazo? ¡Claro, nosotros también!

Otra monumental desvergüenza, es la de las autoridades que norman, dirigen y supervisan el proceso electoral y preelectoral del país, o sea del TSE, ¿Cómo es posible que exista una tradición electoral en la que se miente descarada y cínicamente a un pueblo desnutrido, enfermo y violentado y dicha autoridad mire hacia otro lado? ¿Acaso no es eso una estafa electoral?

De continuar las cosas como van y de seguirse recurriendo a la farsa para alcanzar el poder, por la imbecilidad de los hombres de Estado y por la inoperancia de las leyes, podría considerarse agotada la vía democrática para Guatemala, y una cruenta guerra civil estar a la vuelta de la esquina…

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