Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com

La situación del presidente de la República, Otto Pérez Molina, ha alcanzado tal deterioro, como nunca antes en la historia de Guatemala se había visto llegar a un mandatario, menos a un presidente electo durante el período democrático.

Independiente de que una mayoría de la ciudadanía, hace casi cuatro años, haya votado por elegirle, todos los guatemaltecos, de una u otra forma, nos sentimos involucrados y afectados por el momento en el cual se encuentra el gobierno.

Como personas conscientes muchos sentimos tristeza, vergüenza ajena y preocupación, especialmente cuando vemos que cualquiera de las dos salidas afectará de forma negativa a Guatemala, tanto a nivel nacional como a nivel internacional.

Los motivos y razones de ese inmenso deterioro son evidentes, la podredumbre que se ha generalizado en las acciones de gobierno es prácticamente a todo nivel, por supuesto, eso produce un efecto característico y destructivo. Nadie puede decir que le produce alguna alegría ver cómo el Presidente de la República públicamente es tutelado y humillado al tener que acompañarse por el embajador de los Estados Unidos como si Guatemala y él hubieran perdido absolutamente toda dignidad y respeto.

Pedirle la renuncia al Presidente de la República es un derecho que tienen los ciudadanos individual y conjuntamente; sin embargo, qué triste y bochornoso es para el Presidente tener que admitir en su fuero interno que lo que se le pide está justificado.

Renunciar implica aceptar y reconocer que no merece ya concluir el mandato para el que fue electo, no hacerlo conlleva en vista de lo resuelto por la Corte Suprema de Justicia, que se someterá al procedimiento de antejuicio establecido y que el Congreso de la República debe nombrar de inmediato una comisión pesquisidora mediante sorteo, comisión que si bien no tiene un plazo expresamente determinado tendrá que proceder prontamente a investigar y a requerirle sobre los hechos por los que fue acusado por un diputado de oposición en el Organismo Legislativo y que a juicio de la CSJ existen indicios que pueden conducir a determinar que él es penalmente responsable.

Cómo procederá la comisión, en qué plazo, cómo actuará en base al dictamen respectivo el pleno del Congreso, es una situación política y jurídica que perfectamente bien puede, respetando la ley, llevar a que Otto Pérez Molina sea destituido y no concluya los cuatro años para los que fue electo.

El Presidente está solo, sus patrocinadores y financistas como Juan Luis Bosch y demás familia Gutiérrez brillan por su ausencia y no moverán un dedo para defenderlo, justificarlo, mucho menos apoyarlo. Las personas de su confianza y apoyo en el Gobierno desaparecieron y el Partido Patriota no solo está en desbandada, sino sabe que en las próximas elecciones el voto de castigo que la ciudadanía le aplicará será enorme.

Esto es solo el principio, por cuanto las probabilidades de que la historia exonere al presidente Otto Pérez Molina y a la exvicepresidenta Roxana Baldetti son prácticamente nulas. A ello se agregarán los procesos de extinción de dominio, donde ambos no podrán justificar la ostentosa riqueza que públicamente han evidenciado. La muerte civil o la cicuta son su futuro.
¡Guatemala es primero!

 

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