Francisco Cáceres Barrios
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Durante los últimos días hemos escuchado muchas peticiones para reformar las normas que nos rigen diciendo que hay que mejorar el sistema, desde modificar la Constitución de la República hasta todo un cúmulo de ellas. No una, sino mil veces me he preguntado ¿será necesario hacer tantos cambios y peor aún, proceder a elaborarlos a la carrera? ¿No sería más conveniente empezar por respetar la Carta Magna de principio a fin? Aquí, en nuestro país aquel sabio refrán reza «Hecha la ley, hecha la trampa» nadie puede discutir su validez, pues es publicándose una ley (cuando bien nos va) para que la gente empiece a hacer su disección pero, no para cumplirla, sino para encontrar como evadirla o errores cometidos.

No me dejará mentir el estimado lector que llevamos tiempo de que los mandatarios anuncien haber designado a funcionarios que podrán conocerlos en su casa pero, que la población no sabe ni jota de sus ejecutorias, mucho menos conozca de las características indispensables para desempeñar las funciones que se le han encomendado. ¿Y qué decir del montón de años que hemos visto elegir diputados que muy poco les ha faltado para ser analfabetos?

A mano tenemos el ejemplo de un incumplimiento de la Constitución a ciencia y paciencia de todo el mundo. Si traemos a cuenta su Artículo 113 en que se dispone que los guatemaltecos tenemos el derecho de optar a empleos o cargos públicos y para su otorgamiento no se atenderá más que a razones fundadas en méritos de CAPACIDAD, IDONEIDAD Y HONRADEZ. ¿A ver, qué dice usted, ¿cuántos personajes hay ocupando cargos de mucha importancia y más aun devengando sueldos estrafalarios sin que ninguno de los tres requisitos, mínimos por cierto, los hayan cumplido?

Ahora mismo tenemos otro caso que a ojos y oídos de todo el mundo resulta inconcebible, cuando un expresidente de la República, que a pesar de haber sido confeso y sancionado con cárcel en los Estados Unidos por el delito que cometió, un partido politiquero haya dispuesto postularlo para encabezar la planilla del listado nacional para integrar el Congreso de la República que fungirá por cuatro años. ¿Qué nos está pasando en Guatemala, es que a un joven que recién cumple 18 años de edad, para poder aspirar al cargo más humilde que exista se le exige una constancia de no tener antecedentes penales pero, a quien abusiva y bochornosamente tomó para sí fondos públicos provenientes de un pueblo extranjero para la creación de bibliotecas, el Tribunal Supremo Electoral va a ser capaz de aceptar e inscribir su candidatura y así pueda optar a ser dignatario de la nación?

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