Si los guatemaltecos intentan desatender todas las situaciones de coyuntura que afectan el quehacer cotidiano, cuando se llega a las últimas semanas de cada año es aún peor porque es cuando entre convivios, fiestas y los preparativos para las fiestas navideñas y de fin de año, encuentran la excusa ideal para dejar de lado todo lo que suceda en el quehacer público o en temas de trascendencia.

Y es importante que antes que llegue ese momento de relajación para los ciudadanos se haga un esfuerzo por encontrar solución a algunos temas que en este momento de tanta importancia estamos viviendo en el país, porque hay un sentimiento de ingobernabilidad generalizada sin que se tenga salida a la vista.

Por un lado, estamos ante una eminente resolución de la Corte de Constitucionalidad que puede tirar al suelo los esfuerzos por transparentar la elección de magistrados para la Corte Suprema de Justicia y para las salas de apelaciones. Aun habiendo conocido los detalles de las negociaciones con que se llevaron a cabo los nombramientos, no sería de extrañar que los magistrados le den su apoyo al control de las Cortes que quieren imponer algunos sectores.

Mientras eso sucede, el Tribunal Supremo Electoral tiene que aceptar que su intento por controlar la campaña anticipada no funcionó y que el panorama no es muy prometedor cuando entendemos que más que detener esa campaña permanente, el reto es el control del financiamiento de los partidos políticos que es el que empeña la capacidad de ejecución del Estado porque quienes llegan a ejercer el poder llegan debiendo demasiado a sus financistas.

Pero no podemos olvidar los conflictos sociales con los que se han tomado carreteras y se han realizado bloqueos. Si a esto se le suma los paros en hospitales y otros servicios públicos, terminamos en un ambiente de inactividad que genera presión al Ejecutivo por buscar soluciones que no solo podrán ser por medio de la fuerza.

Y terminamos con el tema financiero que tanto por medio de bonos para atender el hoyo presupuestario de este año como con la discusión y aprobación del proyecto de Presupuesto General de Ingresos y Egresos de la Nación, termina colocando al Congreso y a quienes ejercen presión en un punto clave. La seguridad financiera del Estado está en juego y la salida tiene que ser con responsabilidad en el largo plazo. Urge establecer una política tributaria responsable que evite que sigamos siendo ese paraíso con una de las tasas más bajas a nivel mundial y medidas radicales para garantizar la transparencia.

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