Raúl Molina

Hace setenta años, sectores importantes de la sociedad guatemalteca, clase trabajadora y capas medias, habían llegado a la frustración total con el gobierno dictatorial que había mantenido Jorge Ubico y estaba en agosto en manos de Enrique Ponce Vaides. Era una situación semejante a la frustración que hay con respecto a Otto Pérez, su gobierno de corte militar y los partidos políticos ineficaces y corruptos, excepto que hoy se carece de un elemento fundamental para una rebelión como la del 44: no hay militares patriotas que se sumen a los sectores populares y capas medias. Tampoco la oligarquía y otros grandes ricos tienen aperturas y prefieren seguir cogobernando con el Patriota que experimentar vías no corruptas y más democráticas.

La situación al interior de las fuerzas armadas no es de extrañar. Hace poco, el 2 de agosto, conmemoramos el Día de la Dignidad del Ejército, porque en 1954 los cadetes de la Escuela Politécnica se levantaron en armas contra Castillo Armas y el MLN (mal llamado “Movimiento de Liberación Nacional”, porque en la realidad MLN fue el “movimiento de liquidación –venta a bajo precio– de la nación”). Al ser traicionados, luego de pactar un cese al fuego con Castillo Armas, la mayoría de ellos debió abandonar la carrera militar. Cuando posteriormente vuelve a brotar un reclamo de dignidad, el 13 de noviembre de 1960, ante Ydígoras Fuentes, su corrupción y su entrega a la CIA para invadir a Cuba, los altos jerarcas, mezcla del MLN y de quienes habían traicionado a Árbenz, establecieron un aparato de inteligencia al interior de las fuerzas armadas que hizo imposible el surgimiento de visiones que no fuese el mesianismo militar anticomunista indoctrinado en la Escuela de las Américas y demás escuelas gringas de contrainsurgencia. No se mueve una hoja al interior del Ejército sin que se conozca por los espías internos. Para muestra un botón: cuando, en mi calidad de Rector interino de la USAC, logré que vía el entonces Jefe de la Fuerza Aérea se me concediera una entrevista con el General Guevara, entonces Ministro de la Defensa, luego de la matanza de 8 estudiantes universitarios el 14 de julio de 1980, al llegar al despacho del coronel para ir a la entrevista con el general, fui anunciado como “el paquete está listo para ser enviado” y trasladado con sumo sigilo. La entrevista tenía que quedar escondida de los “orejas” militares. Personalmente, pienso que deberíamos conmemorar el 20 de Octubre con una nueva revolución; pero, las condiciones aún no parecen estar dadas. No obstante, “Dios tarda… pero no olvida”.

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