Francisco Cáceres Barrios
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Es más que evidente el contrasentido en que un organismo tremendamente deficitario en sus funciones legislativas y sin cumplir a cabalidad su deber de fiscalización, tenga 158 diputados, con 2 mil 821 empleados (18 por cada uno) lo que representa más de 465 millones de quetzales solo para el pago de remuneraciones. ¿En un país pobre será correcto tirar por la alcantarilla ese monto cuando tanta falta hace para la seguridad, salud, educación y el bienestar poblacional?
El abuso de poder ha llegado a límites inaguantables. No es secreto para nadie que esa inmensa cantidad de empleados del Congreso es innecesaria, como que los nombramientos se han venido haciendo a base de nepotismo, clientelismo o porque así conviene a los intereses particulares de cada representante y, disculpen si uso el término de “representante”, porque hace rato dejó de tener validez al desatender por completo los problemas, necesidades y carencias de los electores.
El desastre no estriba solo la cantidad de innecesarios empleados, sino para qué se utilizan los mismos o mejor dicho, en qué contribuye su trabajo para el bien común de nuestra sociedad. Claro, entiendo bien que el Congreso podrá ahora ser considerado como una importante fuente de empleo pero ¿esos recursos no debieran estar sirviendo para lograr el progreso y desarrollo del país y no que sirve para satisfacer la exigencia de una esposa de diputado por tener chofer; para satisfacer las necesidades que el diputado tenga mensajero en su oficina particular o para que puedan contar con los servicios de jardinero, durante ocho horas diarias en su casa de habitación? ¿Para estos menesteres usted y yo estimado lector pagamos impuestos?
Esta malversación de fondos no es de ahora. Empezó con mayor fuerza desde el año 1985 cuando los guatemaltecos soñábamos con vivir en un país democrático que pusiera punto final a tanto abuso que se venía cometiendo, sin que pasara por nuestra mente que los políticos durante el transcurso del tiempo irían fabricando la daga que después nos ensartarían por la espalda. El mensaje que contiene este comentario va dirigido a los guatemaltecos que queremos el bien del país: Por dignidad exijamos no más “medias tintas”.

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