Miguel Saquimux Contreras

Al situarnos mentalmente en el siglo XX, recordaremos que la segunda mitad de ese mismo espacio temporal estuvo marcada por un conflicto armado interno, el cual en su momento ocasionó que la producción decreciera considerablemente. El Estado guatemalteco utilizó enorme parte de sus recursos para atender asuntos relacionados al conflicto armado, ocasionando así un descuido en demás áreas de importancia, pero, principalmente en las productivas y todo lo que pueda derivar de esto.

Desde hace un poco más de 18 años supuestamente estamos en paz, quedando atrás todos esos conflictos que dañaron seriamente la capacidad productiva en su conjunto, superando así una página oscura para el país y su economía. Pero, lamentablemente percibimos que en la actualidad no poseemos una tranquilidad como la que se esperaba, es por ello que se posibilita confirmar la existencia de amenazas a todo el entorno de las actividades productivas.

Hoy en día, en el país es arriesgado pensar en emprender cualquier tipo de actividad sin poseer una estructura de seguridad que este a la altura de las necesidades, mismas que puedan brindar una respuesta a todas las amenazas que circulan en el ambiente nacional. Tal parece que, producir algún bien, dar un servicio o tener un trabajo con ingresos aceptables, es objeto de castigo en esta sociedad, porque cuando eso se alcanza, se es perseguido por estructuras criminales que cada día son más complejas, y por ende el trabajo de neutralizarlas es más difícil.

Las extorsiones crecen como un cáncer al interno de la economía, esto ha sido motivo de muerte para guatemaltecos y guatemaltecas, que decidieron arriesgar su patrimonio para generar por medio de sus pequeñas, medianas o grandes inversiones, mejores niveles de vida para sus familias. Lastimosamente, muchos sueños se truncaron al momento de encontrar la muerte por ser productivos, y en otros casos evitaron que les segaran la vida, pero el precio de esto es perder la totalidad de la inversión a cambio de salvarse.

El contrabando, la estructura de impuestos, la burocracia, y otros más pueden catalogarse como amenaza; sin embargo, en la actualidad es indudable que todo miedo de los emprendedores está relacionado con los altos índices de criminalidad impune de los cuales estamos rodeados.

Se concluye que, las amenazas de la actualidad no sólo están direccionadas a las actividades productivas, porque la vida está en riesgo en todo lugar y momento. Es por lo anterior que los honrados y emprendedores deben pagar por vivir en una cárcel, la cual debe poseer por lo menos dos garitas y estar rodeada de alambre espigado con electricidad, mientras que los delincuentes transitan libremente por las calles y han hecho lo que han deseado con la restante población productiva, que simplemente no les alcanza para darse el lujo de vivir encarcelados.

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