Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt

Un país que busca inversiones como uno de los motores para la creación de riqueza tanto de su propia gente como de los extranjeros, tiene que ofrecerle muchas cosas a los inversores, pero la más importante a mi juicio, es la certeza jurídica que le permita al inversionista saber que si juega bajo las reglas no debería tener problema alguno.

Y digo lo anterior porque resulta que en Guatemala, a la fecha, esa certeza jurídica se traduce en la certeza que el mejor postor será quien siempre tome la delantera porque tiene a su disposición a todo un sistema paralelo que le permite arreglar las cosas con dinero o traficando influencias.

Resulta que nuestro sistema no está premiando a quienes tienen la creatividad honrada como un don, a quienes emprenden y se atreven a soñar; en cambio, está favoreciendo la falta de escrúpulos que cuaja perfectamente en una sociedad que está valorando más a las personas por lo que tienen que por lo que son, sin siquiera cuestionar las formas.

Y si vemos el proceder de las Comisiones de Postulación, podemos tener la certeza de que harán todo lo posible para que Guatemala siga siendo y se fortalezca como el paraíso de impunidad para todos aquellos que se pasan por el arco del triunfo las reglas y los principios.

En las comisiones ha reinado la secretividad, la falta de transparencia y los criterios erráticos para allanar el camino de la elección de quienes terminarán sirviendo y ejecutando esa impunidad que tanto nos afecta.

A los chapines honrados no les queda de otra que seguir luchando aunque en ocasiones les gane la desesperanza, se les opaque la ilusión y se les nuble el futuro, pero los extranjeros serios con dinero que invertir, sí que tendrán otras opciones para ir a colocar su capital.

No obstante, para los corruptos, para los inescrupulosos, aquellos que aumentan su rentabilidad a base de acuerdos oscuros con las autoridades de turno, desde hace años se les ha venido construyendo una supercarretera de ocho carriles que permite alcanzar los fines perversos a una alta velocidad y están a punto de asegurarse un gran y nuevo tramo tras la presente elección.

“Es una vaina que así sea nuestro sistema -me decía con dejo de cinismo un conocido- pero al menos eso también nos permite saber que si algo pasa, hay formas de arreglarlo.” En eso se resume todo y por ello es que cuando la semana pasada otro amigo que se resistió a dar una mordida me dijo “prefiero no hacer el negocio que hacer lo que para haciendo todo mundo”, me ratificó que si más gente piensa de esa manera, el país tiene futuro.

Nos debemos preparar porque cuando las comisiones presenten sus listados y el Congreso elija a los nuevos magistrados, se ratificará la patente a los piratas, abriendo la posibilidad de que nuevos y más inescrupulosos se vengan a instalar a este territorio de impunidad.

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