Gladys Monterroso
licgla@yahoo.es

Escuchaba un programa de radio, y el locutor mencionaba, que el mundo se había convertido en una aldea global, ya que por las comunicaciones cada vez se empequeñece menos.

No puedo estar más de acuerdo con el comentarista, en relación a que la tierra cada vez nos queda más pequeña, ya que la globalización de las comunicaciones tanto a nivel general, como individual ha acercado y alejado tanto a las personas como a las sociedades en sí.

Lo anterior parece una contradicción, pero es una realidad, ya que en un mundo más globalizado, tenemos menos comunicación personalizada, pero más comunicación en masa, me explico: En las redes sociales podemos observar una gran cantidad de personalidades; existen los narcisistas, los ansiosos, los furiosos, los filósofos, los graciosos, los profundos, y los que no están en nada.

Dentro de la gran gama de personas, que encontramos en las mencionadas redes, hallamos a amigos de los que no hemos sabido en muchos años, y que no sabemos siquiera donde viven, pero también tenemos comunicación con personas, a las que no hubiéramos conocido nunca, porque nuestros caminos no se hubieran cruzado, la comunicación es rápida, pero sin intimidad, esa que nos proporcionaba el reunirnos a tomar un café, y tratar de componer el mundo, en las redes sociales no es así, la comunicación es muy puntual, y bastante impersonal, este tipo de comunicación afecta las relaciones y gracias a la misma, se han roto amistades, noviazgos, matrimonios, y se han destruido parejas, porque no existe ninguna intimidad y todo queda grabado, lo bueno o malo que expresemos en un momento de euforia o de cólera.

El probable balance podría ser que no existe bueno sin su malo, ya que nos encontramos más cerca, y más lejos a la vez.

En relación a la comunicación de las sociedades, en lo personal he observado un fenómeno, que me parece ejemplifica lo que ha vivido la sociedad en general, y la trasmutación de la misma, el mejor ejemplo que encuentro es el deporte, especialmente el futbol.

Recuerdo que en mi infancia y adolescencia o se era rojo o crema, por allí habían algunos chivos, otros del aurora y de la U., pero el clásico era entre rojos y cremas, hoy ya no es así, o se es del Barça o del Real, los restaurantes se llenan de jóvenes, y no tan jóvenes apoyando a uno u otro equipo, luciendo sus respectivas camisetas ¿A quién le interesa ya ver un clásico entre rojos y cremas? Me parece que casi a nadie, por lo que pasan desapercibidos.

Ahora ¿Por qué de lo anterior? Porque el futbol es el ejemplo clásico, de cómo nuestra aculturación ha sido tan grande a nivel mundial, que cada vez somos más pequeños dentro del gran universo de naciones, y por ende nuestros problemas grandes en lo personal, son pequeños en la colectividad, los niños igual mueren de desnutrición en Guatemala que en el África, pero no por eso deja de ser menos dolorosa la muerte, denuncian corrupción en Guatemala, y en España también, incluso los dos partidos gobernantes tienen las mismas siglas PP.

Parece que vivimos en una torre de Babel, en la que todos hablamos diferentes idiomas, pero tenemos en común, que estamos buscando dentro de nuestro pequeño universo un mejor futuro ¿O nos conformaremos con uno menos peor? Eso solamente el tiempo lo dirá.

Lo que sí es una verdad indiscutible, es que la tierra cada día es más pequeña, y nuestros males cada vez más grandes, por lo que cada día es menos complejo, pero más difícil resolver nuestros problemas, ya que vivimos los de los demás.

Por lo anteriormente expuesto, es probable que aparentemente estemos más comunicados, pero en el fondo estamos más solos, porque en lugar de hablarnos viéndonos a los ojos, lo hacemos escribiendo TQM, y allí expresamos un sentimiento que pudo ser sublime, pero se quedó en tres letras del abecedario.

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