Sergio Penagos Dardón

Ingeniero Químico USAC, docente, investigador y asesor pedagógico en el nivel universitario. Estudios de posgrado en Diseño y Evaluación de Proyectos y Educación con Orientación en Medio Ambiente; en la USAC. Liderazgo y Gestión Pública en la Escuela de Gobierno.

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Sergio Penagos

Todo gobierno capitalista, socialista o comunista, se caracteriza por la acumulación de personal superfluo e incompetente.

En un gobierno popularmente electo, ¿Por qué tantos puestos importantes son ocupados por gente incompetente? ¿Será consecuencia de los nombramientos anómalos, la compra de la plaza o el pago de deudas políticas? Para cualquier empleo público los partidos políticos tienen muchos aspirantes que no pueden desempeñarlo con eficiencia. Pero, estas personas tienen muchas probabilidades de ocuparlos si su partido gana la contienda electoral, por eso los llamados partidos políticos han devenido en vulgares agencias de empleo. En el gobierno, los nombres de los puestos se inventan para una persona y justificar su alto e inmerecido salario.

Pero, la incompetencia no conoce barreras de tiempo ni de lugar. El incompetente lo es en todo lugar y a cualquier hora. Los empleados públicos, en general, parecen indiferentes a sus responsabilidades e incompetentes para cumplir con sus obligaciones. Al ascender en la jerarquía burocrática esta sospecha se convierte en una elocuente realidad, y es sorprendente ver cuantos secretarios, ministros, diputados, jueces, magistrados, gerentes y hasta presidentes, se muestran indiferentes a sus responsabilidades profesionales e incompetentes para el cumplimiento de sus obligaciones. Basta visitar una oficina pública para verificar que la mayoría de las personas contratadas, no desempeñan sus funciones con un mínimo de conocimiento ni eficiencia. La incompetencia ocupacional es evidente en todo el espacio laboral público.

Las organizaciones que aumentan de tamaño y se comportan de acuerdo a una jerarquía, como los gobiernos, tienden a perpetuar la incompetencia de las personas mediante mecanismos internos de ascenso, que generalmente no tienen nada que ver con el talento de esas personas, sino con unos hábitos de la institución que son contraproducentes, como el amiguismo, el compadrazgo, el pago de deudas y otras formas deshonestas de ascenso laboral. Entonces, ¿por qué no colapsan estas organizaciones? Porque el trabajo real es desarrollado por aquellos empleados que todavía no han alcanzado su nivel de incompetencia. Por eso, rara vez se encuentra un sistema en el que todos los empleados hayan alcanzado su nivel de incompetencia, como ocurre en la presidencia, algunos ministerios, el Congreso y los sindicatos.

En septiembre de 1960, Laurence J. Peter presentó un descubrimiento que expresó en los términos siguientes: en una jerarquía las personas ascienden hasta alcanzar su nivel de incompetencia. Era algo tan revolucionario e increíble que provocó la risa y la animadversión de los asistentes. Pasaron largos años y muchos intentos para darlo a conocer, hasta que por fin logró su aceptación y confirmó que, con el tiempo, todo puesto tiende a ser ocupado por un empleado que es incompetente para desempeñarlo.

El principio de Peter provocó mucha polémica en el ámbito empresarial cuando se dio a conocer, se le acusaba de no estar basado en datos científicos. Por eso, un grupo de especialistas verificó su validez en condiciones laborales reales.

Para eso se realizó un estudio en empresas estadounidenses que se dedican a las ventas. Según las conclusiones del informe las compañías son sustancialmente más propensas a promover a los mejores vendedores, incluso cuando estos trabajadores resultan ser los peores gerentes, logrando con su incompetente gestión, disminuir el rendimiento del equipo de trabajo en un 30%.

¿Por qué el mejor trabajador no es el mejor candidato para ser gerente?

Esto se debe a que un trabajo gerencial requiere diferentes habilidades para tener éxito, habilidades que no son las mismas a las requeridas para el puesto que tiene el empleado. Los investigadores coinciden en que, el principio de Peter, ocurre en las organizaciones de manera frecuente, y que define muy bien los principales males que padecen las organizaciones jerárquicas en su funcionamiento. Es oportuno preguntar: ¿Quiénes son los responsables del descalabro gubernamental en Guatemala? ¿Las personas o las organizaciones partidistas que llevan al gobierno a estas personas?

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