Juan Jacobo Muñoz Lemus

juanjacoboml@gmail.com

"Guatemalteco, médico y psiquiatra"

post author

Juan Jacobo Muñoz

Palabras clave

-ego: Instancia psíquica que se reconoce como yo, parcialmente consciente, que controla la motilidad y media entre los instintos, los ideales y la realidad del mundo exterior.  Coloquialmente, exceso de autoestima.

-egocentrismo: Exagerada exaltación de la propia personalidad, hasta considerarla como centro de la atención y actividad generales.

-egoísmo: Inmoderado y excesivo amor a sí mismo, que hace atender desmedidamente al propio interés, sin cuidarse del de los demás.

-egolatría: Culto, adoración o amor excesivo de sí mismo.

-egopatía: Conducta agresiva, violenta, que tiene como origen un fuerte egocentrismo que le lleva al desprecio de los demás.

-egotismo: Prurito de hablar de sí mismo.

El ego cuando es salvaje, es decir muy primitivo, corre el riesgo de un destino terrible. Gustos, aficiones y toma de decisiones, pueden ser indicativos de que alguien se sobreestima demasiado, se siente atraído por emociones intensas y tiene poca reflexión ante las posibles consecuencias de sus actos.  Plantearse como el centro de las cosas conlleva no mostrar empatía por las personas del entorno y en esa posición egoísta ante la vida, se corre el riesgo de cometer muchos errores de juicio.  Esta guía es un modesto intento por llamar la atención sobre el tema.

  1. Valore la realidad: Los hechos son tal como son, no se desgaste en construir versiones que le tranquilicen. Recuerde que sus miedos y deseos pueden falsificar las cosas. No atienda solo lo que usted siente y revise el mundo que le rodea.  Trate de no tomarlo todo personalmente y acepte que usted no es lo más importante en el concierto universal.
  2. Aprenda a frustrarse: Nada sale exactamente como usted quiere; hay demasiados factores interviniendo para que sus expectativas se cumplan como las tiene planteadas. Es importante aceptar equivocarse y seguirlo haciendo en adelante en cosas distintas, nunca en las mismas; eso sería señal de que no ha aprendido nada.
  3. Atrévase a la incertidumbre: No quiera estar seguro para entrar en acción. Es imposible saber cómo saldrán las cosas. Su  voluntad es deseable pero no garantiza el resultado.  Acepte que actúa por actos de fe y nunca por certezas absolutas.  Esto le ayudará a cumplir el paso dos.
  4. Soporte la presión: Las cosas pueden ser tensas, demandantes y en clave de dolor. Rehuirlas por incómodas retrasa el proceso de avanzar y naturalmente de crecer.
  5. Sea prudente con la satisfacción inmediata: Sentir rico a cualquiera le gusta, pero a veces el placer del momento evita procesos largos de experiencia y resultados más duraderos. Recuerde; no todo lo que relumbra es oro y no todo lo que es opaco carece de valor.
  6. Controle sus impulsos: Si la presión no se alivia provoca malestar, pero no es necesario que todo se vuelva literal y tangible. Atrévase a la imaginación más que a la materialización, o correrá el riesgo de irse de boca.
  7. Elévese: La energía es natural pero no tiene que salir pura y sin transformación. Déjela brotar intentando que el efecto sea útil y no solamente un alivio o una satisfacción pasajera.
  8. Trate de predecir el futuro: No es difícil visualizar a donde irá a dar una decisión. Generalmente está usted atendiendo cosas accesibles y no dividiendo el átomo. Procure revisar el destino lógico de lo que se le está ocurriendo.
  9. Prevenga: Si ha cumplido con los pasos anteriores, se le hará fácil evitar decisiones equivocadas o cometer actos imprudentes o injustos. Siempre es preferible prevenir que tener que lamentar.
  10. Aprenda de la experiencia: Sería demasiado soberbio no asimilar el dolor de los errores cometidos. La experiencia ganada favorece la humildad y la empatía, adaptarse mejor a las circunstancias de la vida y convivir con los demás.

Hasta aquí el pequeño decálogo, y una última sugerencia: buscar comprometerse con actitudes que tengan alma.

Artículo anteriorMuere la leyenda del Real Madrid Paco Gento a los 88 años
Artículo siguienteLa jerarquía burocrática