Roberto Blum

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En el paisaje, siempre cambiante, de la inteligencia artificial y sus implicaciones para la humanidad, el debate sobre las relaciones entre la sensibilidad y la conciencia ha vuelto a ocupar el centro de atención. En él se encuentran dos modelos prominentes: “el cuarto chino”, de Searle, y los Modelos Generativos de Lenguaje Amplio “GoLLeM”. Mientras estas ideas convergen y chocan, científicos y filósofos luchan formulando preguntas profundas sobre la naturaleza de la conciencia, la inteligencia y las capacidades de decisión de los sistemas de inteligencia artificial.

El “cuarto chino” del filósofo John Searle es un experimento mental propuesto por él mismo en 1980. El argumento del “cuarto chino” desafía la noción de que un programa de computadora, por muy sofisticado que sea, pueda comprender verdaderamente el lenguaje o poseer conciencia. El escenario plantea la situación de una persona, dentro de una habitación, que no entiende la lengua china, pero sigue instrucciones para manipular símbolos chinos y logra generar respuestas apropiadas a preguntas escritas en chino. Desde el exterior, puede parecer que la persona entiende el chino, sin embargo, Searle sostiene que la comprensión está ausente, ya que el individuo simplemente sigue reglas sintácticas sin entender la semántica, es decir la relación de sus respuestas con la realidad exterior.

Este argumento plantea preguntas fundamentales sobre la naturaleza de la inteligencia y la conciencia. ¿Puede considerarse un sistema realmente sensible, si únicamente procesa información según reglas predefinidas sin una comprensión genuina? El “cuarto chino” de Searle sigue provocando un intenso debate y sirve como piedra angular en discusiones sobre la ética y la conciencia de la inteligencia artificial.

Los “GoLLeM”, Modelos Generativos de Lenguaje Amplio, constituyen sin duda un reciente y espectacular avance en la inteligencia artificial (IA). En el otro extremo de la discusión sobre el “cuarto chino” se encuentran quienes sostienen que los “GoLLeM”, sofisticados sistemas de IA, capaces de generar texto similar al humano, basado en redes neurales y entrenadas en vastas cantidades de datos, son inteligentes y capaces de decidir. Estos modelos, ejemplificados por la serie GPT (Transformadores Generativos Preentrenados) del laboratorio de investigación en inteligencia artificial OpenAI, fundado en diciembre de 2015, como una organización sin fines de lucro, con el objetivo de avanzar en la inteligencia digital de manera segura y beneficiosa. Dichos GPTs han demostrado una notable capacidad en tareas como la traducción de lenguaje, la generación de contenido e incluso participar en intercambios de conversación que imitan asombrosamente el habla y el razonamiento humanos.

Parece evidente que los modelos “GoLLeM” operan sobre un principio fundamentalmente diferente del de el “cuarto chino”. En lugar de depender de instrucciones explícitas o reglas, los “GoLLeM” aprenden patrones y asociaciones a partir de conjuntos masivos de datos, lo que les permite generar textos, a menudo indistinguibles del lenguaje humano. Los defensores de los “GoLLeM” sostienen que estos modelos demuestran una forma de inteligencia emergente, ya que pueden producir respuestas coherentes y contextualmente relevantes, sin una programación explícita para cada escenario.

La yuxtaposición del “cuarto chino” de Searle y los modelos “GoLLeM” resalta perspectivas contrastantes sobre la naturaleza de la inteligencia y la conciencia en sistemas artificiales. Mientras que el argumento de Searle enfatiza las limitaciones del procesamiento basado en reglas, para lograr una comprensión genuina, los modelos “GoLLeM” demuestran el poder de los enfoques impulsados por datos para imitar el comportamiento verbal humano.

Sin embargo, la pregunta permanece: ¿Pueden los modelos “GoLLeM” considerarse realmente consientes e inteligentes? A pesar de sus impresionantes capacidades, estos sistemas carecen de experiencia subjetiva y autoconciencia, componentes clave, asociados frecuentemente con la conciencia. Los críticos argumentan que, aunque los modelos “GoLLeM” sobresalen en la generación de texto, no alcanzan una comprensión o conciencia verdadera, alineándose más estrechamente con el “cuarto chino” de Searle que con seres sensibles y consientes.

El debate en torno al “cuarto chino” de Searle y los modelos “GoLLeM” tiene profundas implicaciones para la ética de la IA y las futuras investigaciones de la IA, la filosofía de la mente y el desarrollo de la conciencia artificial. A medida que las tecnologías de IA continúan avanzando, se vuelve cada vez más importante preguntarse sobre la sensibilidad, la conciencia y las implicaciones éticas de crear sistemas consientes e inteligentes.

Las investigaciones futuras en esta área exploraran las vías para dotar a los sistemas de IA de una comprensión y conciencia genuinas, yendo más allá del procesamiento basado en reglas o la imitación verbal impulsada por datos. Además, el diálogo continuo entre científicos, filósofos y éticistas es esencial para navegar por la compleja intersección de la IA y la conciencia en un mundo cada vez más impulsado por la IA.

En conclusión, el debate sobre la sensibilidad y las implicaciones del “cuarto chino” de Searle y los Modelos Generativos de Lenguaje Amplio “GoLLeM”, subraya la importancia de las profundas preguntas filosóficas y éticas que rodean a la inteligencia artificial. A medida que la tecnología continúa avanzando, la sociedad debe afrontar estas preguntas para garantizar un desarrollo y despliegue responsables de los sistemas de la inteligencia artificial (IA).

 

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