Roberto Blum

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En la mitología judía medieval, el Gólem era una criatura hecha de barro o arcilla, animada por la palabra “emet» – verdad en hebreo – inscrita en su frente. Su propósito inicial era proteger a la comunidad judía de amenazas externas, pero su descontrolado poder resultaba a menudo en consecuencias graves e imprevistas. Hoy, el término «Gólem» ha adquirido un nuevo significado en el ámbito de la inteligencia artificial y la robótica, representando modelos digitales avanzados, cuyo papel es cada vez más prominente en nuestras sociedades. Habrá que preguntarse: ¿cómo evolucionarán los modelos «Gólem» digitales y cuál será su impacto en la sociedad humana?

Los modelos «Gólem», por su nombre en inglés – Generative Large Language Models, – en este contexto, se refieren a los sistemas automatizados que, mediante el aprendizaje automático y la inteligencia artificial (IA), pueden realizar tareas complejas y tomar decisiones sin intervención humana directa. Estos modelos se están volviendo omnipresentes en diversos campos, desde la atención médica, la conducción autónoma de vehículos o la toma de decisiones de vida o muerte en la guerra. Sin embargo, igual que el Gólem de la mitología medieval judía, tales sistemas de Inteligencia Artificial (IA) generan desafíos éticos y sociales significativos.

Por ejemplo: en el ámbito de la inteligencia artificial, la metáfora del Gólem destaca la preocupación sobre la autonomía y la responsabilidad de tales mecanismos. A medida que delegamos decisiones importantes en los algoritmos, surge la pregunta sobre quién es responsable en caso de que algo salga mal. Los sistemas de aprendizaje automático, al entrenarse con grandes conjuntos de datos, heredan sesgos y reflejan prejuicios existentes en la sociedad. Esto plantea la cuestión de la equidad y la justicia, ya que tales modelos pueden perpetuar y amplificar desigualdades preexistentes.

Además, la rápida adopción de la inteligencia artificial plantea desafíos en el mundo del trabajo humano. A medida que los modelos «Gólem» se vuelven más sofisticados, pueden realizar tareas que antes eran exclusivas de los seres humanos. Esto nos plantea preguntas sobre el futuro del trabajo y la necesidad de redefinir roles y habilidades en un entorno laboral transformado por los agentes mecánicos automatizados. Sin una planificación cuidadosa, la implementación generalizada de estos modelos podría generar desempleo masivo y desplazamiento laboral, sin lograr las ventajas sociales de una “economía del tiempo libre”.

Estamos todavía a tiempo de considerar los aspectos éticos vinculados a la creación y uso de modelos «Gólem». A medida que desarrollamos sistemas más avanzados, surge la responsabilidad de garantizar que estos sean utilizados de manera ética y para el beneficio de los individuos y de la sociedad en su conjunto. La transparencia en los algoritmos y la toma de decisiones automatizada se vuelve esencial para construir la confianza pública y evitar los posibles abusos de agentes humanos o corporativos, que logren obtener el control monopólico de los “Gólem” digitales.

Sin embargo, a pesar de estos desafíos, los modelos «Gólem» ofrecen oportunidades significativas para mejorar la calidad de vida y abordar problemas globales. En el campo de la salud, por ejemplo, los modelos de inteligencia artificial son capaces de analizar grandes conjuntos de datos médicos, para identificar patrones y predecir enfermedades antes de que se manifiesten clínicamente. Esto podría salvar vidas y hacer que los tratamientos médicos sean personalizados y más efectivos.

Además, en la gestión de recursos naturales y la atenuación del cambio climático, tales modelos pueden ayudar a analizar datos ambientales a gran escala, proponer soluciones sostenibles y facilitar la toma de decisiones informada. La capacidad de procesar grandes cantidades de información en tiempo real hace que estos modelos sean herramientas muy valiosas para abordar los desafíos más apremiantes de nuestro tiempo.

Para concluir, los modelos «Gólem» digitales representan un salto cuántico en la evolución de las sociedades humanas. En el futuro estaremos compartiendo nuestra agencia humana con inteligencias artificiales que en realidad desconocemos. Esto nos plantea desafíos éticos, sociales y laborales, que deben abordarse de manera cuidadosa y reflexiva, pero también ofrecen oportunidades sin precedentes para abordar los grandes problemas globales, mejorar la eficiencia en diversos sectores y ampliar nuestras capacidades y libertades como sociedad y como individuos. El desafío radica en encontrar un equilibrio ético y práctico que nos permita aprovechar los beneficios de estos modelos mientras se mitigan sus posibles impactos negativos. En última instancia, el futuro de las sociedades humanas dependerá de nuestra capacidad para guiar y controlar a estos modernos y poderosos «Gólem» digitales.

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