José Roberto Alejos

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Entre la Navidad y el Año Nuevo

En Guatemala existen refranes y frases que aluden al momento en que nos encontramos indecisos. En mi amada Jutiapa, cerca de la frontera con El Salvador, hay un pueblo llamado Jerez donde se solía decir “ni te estás aquí en Jutiapa ni te vas para el otro lado” y a eso llamamos entre Jerez y la frontera.

Las indecisiones no nos conducen a ningún lado y normalmente cuando estamos entre Navidad y Año Nuevo, muchos caemos en una etapa de paz y tranquilidad, otros salen de vacaciones, muchos otros en una etapa en donde no se trabaja mucho, porque aunque no sean cristianos, se ven obligados a celebrar las dos fechas: Nochebuena o Navidad, que es una celebración de los que creemos en Cristo como el hijo de Dios, y el 31 de diciembre porque, de acuerdo con el calendario predominante alrededor del mundo, termina un año e inicia otro.

Para algunos, es una época destinada a planificar el inicio del nuevo año, para otros una semana de correr para hacer todo aquello que no se hizo durante el año que está por terminar; pero, para la gran mayoría son momentos difíciles pues es la época en la que se puede tener ganancias en la economía informal y cuando esta época termina no queda nada más que hacer hasta que el nuevo año empiece.

Probablemente, muchos de los lectores no lo crean, pero somos un país en el que para las grandes mayorías son días normales. No pueden dejar de ir a trabajar, no pueden, por ejemplo, dejar de ganarse el sustento diario con el corte de caña, una actividad que no puede frenarse, como tampoco se frena el hambre, mientras el país sigue en un total deterioro ya que, aunque pareciera que todo se ha calmado, la judicialización de la política continúa.

Los procesos no se detienen y aunque todo pareciera apuntar a que Bernardo Arévalo y su vicepresidenta tomarán posición el 14 de enero, los juicios, los procesos, las amenazas y las acciones evitan que exista una verdadera tranquilidad que asegure que el 14 de enero habrá un cambio de gobierno, un triunfo de la democracia y de la Constitución Política, que conlleva tener un gobierno totalmente diferente que nadie esperó que se diera.

Perdón por insistir tanto en la época de la constituyente, en la época en la que debatíamos hacer una Constitución del centro hacia la derecha o del centro a la izquierda, como era costumbre. El país se encontraba “entre Jerez y la frontera”, entre un gobierno dirigido por militares o de militares que habían dado un golpe de Estado, y unos políticos civiles redactando una Constitución para retomar el sistema democrático.

Pero, mi insistencia es que encontremos el lado bueno de la situación a través del diálogo y relaciones sanas para llegar a una negociación que nos permitiera hacer una Constitución diferente, que evitara nuevos fraudes electorales, con ideas nuevas para defenderla, y así evitar que ningún funcionario público pudiera violentarla, y se empeñara en respetarla y hacer que se cumpla. Es decir, no nos quedamos en la indecisión.

NO SE VALE que no podamos tener esa época de paz y tranquilidad, o de meditación que nos merecemos los guatemaltecos. Que no podamos tener esa tranquilidad que, a pesar de todos los intentos, demandas y escándalos, a partir del 14 de enero se tendrá en el poder a un nuevo partido político totalmente diferente. Quisiéramos poder decir que el sistema funcionó a pesar de que muchos se empeñan en aprovecharse del Estado fallido. Queremos tener la seguridad de que habrá alternabilidad en el poder.

YA ES HORA de dejar de pensar en la anulación de las elecciones o en que hay “algo” que impida que el partido ganador tome posesión. Necesitamos un mensaje de tranquilidad y reconocer que la Corte de Constitucionalidad está cumpliendo con su trabajo y que velará por impedir cualquier intento de romper el orden constitucional. Ya es hora de dejar de estar “entre Jerez y la frontera” y tener la certeza de que se respetó la Constitución y el voto ciudadano.

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