José Roberto Alejos

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De algo estamos seguros los guatemaltecos y eso es que este 20 de agosto acudiremos a ejercer nuestro derecho constitucional de elegir entre Bernardo Arévalo, del Movimiento Semilla y Sandra Torres, de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE).

Nos corresponde entonces decidir entre una Sandra Torres, que originalmente se identificaba como socialdemócrata, pero que hoy está ubicada como centroderecha. La líderesa uneista resultó aliada de las iglesias evangélicas y de militares retirados, se entiende con los Provida y Propatria; y le guiña el ojo al empresariado, que en el pasado les causó temor, decidiendo aliarse a los conservadores que no lograron llevar a Ríos, Mulet o Conde a la segunda vuelta electoral.

La otra opción es un Bernardo Arévalo quien, desde la formación del Movimiento Semilla, se identificó como socialista democrático, una corriente agresiva dentro del mercado político. Arévalo es el candidato que, honestamente, no imaginamos nunca que llegaría a la segunda vuelta y que todavía no ha evidenciado alianza alguna.  Es un candidato sin más pasado político que lo realizado en campaña y la actual legislatura, en donde no ha logrado abanderar un tema especial que lo identifique. 

Recientemente, colaboré en la estructuración de un organigrama de partidos políticos e identificamos, fácilmente, de dónde viene la UNE y quiénes han sido sus militantes. Perfilamos a Semilla que carece de una línea de origen puro, pues sus integrantes no vienen de un partido político específico, a excepción de algunos formadores naturales, surgidos de la Democracia Cristiana y del Partido Social Democrático de Alberto Fuentes Mohr y Mario Solórzano.

 Todo aspecto de ambas agrupaciones puede incidir al tomar la decisión del 20 de agosto, porque debemos ir a votar y no darle gusto a quienes insisten en desprestigiar los resultados electorales y debilitar aún más el sistema. No hay duda que iremos a votar porque en estos  tiempos legales, no es posible dictar resoluciones judiciales que paralicen la elección presidencial. Sin embargo, preocupa lo que pasará después. ¿Surgirá una sentencia que señale que Semilla y su candidato no debían haber participado por incumplir con requisitos o por cometer actos supuestamente ilegales? ¿Se demostrará que efectivamente hay diferencias entre los datos de las actas y los del sistema de cómputo, que hay de verdaden el tena del padron y del sistema de onformatica?

Lo que lamentable, injusta y seguramente se está dondo son juicios contra quienes voluntaria y cívicamente dedicaron su tiempo en varias elecciones contribuyendo a la democracia. Puedo dar fe de ello, porque conozco a muchísimos que se han capacitado constantemente para poder participar en diferentes procesos eleccionarios. Sin duda habrá procesos contra los digitalizadores acusándolos de algo que aún no identifico. Esa es la ruta del MP y no sé si lo hace a título personal o atiende intereses de grupos insatisfechos y asustados por los resultados.

YA ES HORA que quienes aseguran que nos hemos prestado a cubrir los supuestos ilícitos de Semilla y que tenemos apego a la postura de la Embajada me expliquen, aunque sea telefónicamente, el porqué de sus señalamientos y a la vez me digan qué gano haciéndolo. Es preocupante que para esos “amigos” defender la Constitución y la Ley Electoral, así como apoyar al TSE, porque han respetado los tiempos del proceso, signifique ser de izquierda o chairo. Nunca he negado mi pensamiento social cristiano que se entiende muy bien con la social democracia y no me dan miedo los ataques en redes sociales, pero NO SE VALE

NO SE VALE, tampoco quedarnos sólo como observadores cuando el país está deteriorado políticamente, lo cual nos está llevando a un deterioro económico y social que nos afecta (y nos afectará aún más) a todos. Amigos ¿Qué estamos haciendo para defender la ley y la democracia?

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