Jóvenes por la Transparencia

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Por: Esvin Elías Talé

Joven maya k´iche, estudiante de Trabajo Social, columnista, comunicador y defensor de derechos humanos.

Guatemala atraviesa un momento histórico sin precedentes. Nos encontramos en condiciones y ante un contexto totalmente atípico. Hace muchos años, no había tantos esfuerzos por socavar nuestro proceso “democrático”.

En primer lugar, es sumamente importante mencionar que las elecciones generales de 2023 son un referente de lo que la ciudadanía guatemalteca puede hacer. El voto nulo/voto en blanco fue colocado en primer lugar, lo cual deja en tela de juicio la efectividad de los 23 binomios presidenciales postulados.

En las urnas la ciudadanía dejó en claro que ningún binomio presidencial ha sido capaz de ofrecer una propuesta que vaya en su favor; el hartazgo llegó a su cúspide. El evento a pesar de sus múltiples defectos cumplió su cometido: elegir democráticamente a ciudadanas y ciudadanos en pleno uso de sus derechos para ocupar durante los próximos cuatro años un cargo público, aunque, que quienes ocupen los cargos cuenten con capacidad, inteligencia y experiencia es otro tema.

El Tribunal Supremo Electoral es el ente rector de todos los procesos eleccionarios, y debería contar con “autonomía” en todas sus acciones, sin embargo, en algunas decisiones que ha tomado intervienen otros entes, como la Corte Suprema de Justicia, la Corte de Constitucionalidad y el Ministerio Público, instituciones que, con sus injerencias injustificadas no están haciendo otra cosa más que acabar con la frágil democracia de nuestro país.

Desde el principio de las elecciones se han visto múltiples defectos de esta llamada democracia, iniciando por el bloqueo de tres binomios presidenciales. Habiendo duda de otros candidatos estos fueron inscritos, pero otros fueron bloqueados por simplemente ser incómodos al sistema. Incluso, el pronunciamiento de la Organización de los Estados Americanos (OEA), junto a varios países y organizaciones, demuestra lo grave de nuestra situación. Resulta interesante ver cómo pasamos de ser un país desconocido a poseer todos los reflectores por la realidad tan lamentable que estamos atravesando, lo que nos lleva a ser comparados con Venezuela o Nicaragua. 

Frente a los múltiples esfuerzos por acabar con nuestra democracia y encaminarnos a un Estado autoritario, debemos recordar la importancia de ir a las urnas el próximo 20 de agosto.

Debemos asumir nuestra responsabilidad ciudadana y hacer valer nuestro derecho constitucional de elegir. No debemos permitir que una elite económica o política defina nuestro futuro, recordemos que votar posee una connotación importante ya que elegiremos al máximo representante del país, que deberá tomar decisiones en favor de todos y todas; decisiones que nos pueden encaminar al desarrollo o a la decadencia. 

El día que el pueblo guatemalteco se organice va crear un gran cambio. Ahora más que nunca debemos apostar a una convergencia nacional, es urgente que nos informemos, que informemos y, por último, ir a votar. Ante los atropellos que hemos notado, debemos entender que el problema en Guatemala no son las izquierdas o derechas, son los políticos que no representan al pueblo, sino a sus intereses particulares, es momento de cambiar eso, tenemos la oportunidad y debemos aprovecharla.

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