Pedro Pablo Marroquín

pmarroquin@lahora.gt

Esposo, papá, abogado y periodista. ¡Si usted siempre ha querido un mejor país, este es su momento de actuar!

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@ppmp82

En Guatemala hemos aprendido que los que defienden el sistema hacen posible todo lo que alguna vez pensamos era imposible.

Y ahora que vemos que están en tiempos extras viendo cómo le dan un Golpe a la Democracia y desobedecen lo que millones de personas decidieron en las urnas, he de advertir que aquellos que desean seguir viviendo de la corrupción, están pensando cosas “creativas” con tal de no soltar el poder.

Jugadas como la del antejuicio de Guillermo Castillo tienen una razón de ser porque se plantean que con su salida de la Vicepresidencia, el Congreso llegue a elegir a quien sustituiría a Alejandro Giammattei y hay quienes han hasta mencionado que andan cortejando a Carlos Pineda para convencerlo que acepte ser nombrado por el Congreso.

El silencio de Alejandro Giammattei, tal y como hizo con aquel comunicado al que solo le faltó sacarle la lengua a los magistrados del Tribunal Supremo Electoral (TSE), lo confirma como el padrino de todo esto y más que por voluntad propia, por aquellas instrucciones que recibe y que quedaron retratadas en el famoso audio.

El Secretario de Comunicación dijo que no era la voz de Miguel Martínez pero actuales y pasados miembros del Gobierno reconocen que ese tono es tan frecuente que no hay pierde.

Para lograr quedarse en el poder con un nombrado por el Congreso, necesitan que el juez Fredy Orellana se eche la última jugada: declarar nulas las elecciones y ordenar su repetición.

Los magistrados de la Corte de Constitucionalidad (CC) repiten donde pueden que están con la “democracia” pero que sienten que todavía les falta que la cosa se agrave más para que el regaño de Miguel Martínez (cómo olvidar aquella foto de Leyla Lemus acompañándolo en el Congreso) sea por algo.

El MP y el juez andan buscando cómo vender/justificar la resolución que invalide las elecciones y además necesitan poderse asegurar que el Ejecutivo se quede en unas manos que no sean las de Bernardo Arévalo.

De suerte que los guatemaltecos, de todos los sectores, han sellado un pacto por la democracia y cuando el MP, el Juez y el Congreso hagan sus jugadas la gente cerrará filas al punto que ahí sí, la salida de Consuelo Porras va a encontrar más rutas porque todos entendemos que seguir en este deterioro de la democracia nos afecta a todos.

Nadie quiere venir a un país en el que sus autoridades, aquellas que necesitan la corrupción para respirar, no van a respetar lo que dijo la gente en las urnas y por eso es que debemos encontrar las formas de consensuar y articular para cuando salga la orden del juez y se den las acciones en el Congreso.

En ese punto ya no solo va a bastar la tardía resolución de la CC, sino que será necesario que ese mismo tribunal ordene destituciones en contra de quienes no han respetado la voluntad del elector.

La CC no ha querido poner orden; deja que siga el caos y el ataque a la democracia. Cuando decidan poner orden ya habrá pasado mucha más agua debajo del río y restablecer las cosas no será de soplar y hacer botellas.

Como sociedad tenemos que ir un paso más allá y entender dónde, cómo y en torno a qué debemos alcanzar los acuerdos. La democracia es el primer paso, pero no debe ser el único.

Los desmanes de quienes saben que se juegan todo por haber vivido en la corrupción, nos ha unido en torno a la democracia pero tenemos que tener la capacidad de ampliar esos acuerdos sabiendo que reformar ciertas cosas cerrará inmensas avenidas de corrupción y abrirá caminos de sostenibilidad.

Por el bien de Guatemala, esta vez no podemos fallar en los acuerdos.

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