Pedro Pablo Marroquín

pmarroquin@lahora.gt

Esposo, papá, abogado y periodista. ¡Si usted siempre ha querido un mejor país, este es su momento de actuar!

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Pedro Pablo Marroquín Pérez
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@ppmp82

Durante el Gobierno Patriota se siguió el patrón de negocios con más sobra que obra que había venido funcionando en las administraciones anteriores pero se terminaron desbocando porque habían dos grandes Jefes de Negocios (la Vicepresidenta y el Ministro de Comunicaciones) que hicieron crecer el pastel para podérselo comer sin tanto reparto.

En aquel momento una investigación provocó todo lo que ya conocemos años después, pero el sistema no se logró reformar y las bases quedaron sentadas de tal manera que retornar al pasado de negocios y operación gubernamental era posible.

En el gobierno de Jimmy Morales inició la limpia de todo aquello que podía representar una amenaza a los negocios y a disfrutar del dinero mal habido en paz y ese esfuerzo encontró en Alejandro Giammattei y su Centro de Gobierno el fruto necesario para terminar de desmantelar y empezar la construcción de un muro que les permita ejecutar y disfrutar de los negocios con plena tranquilidad.

Con la diferencia que en el 2015, ni Pérez, ni Baldetti ni Sinibaldi tenían tanto control sobre TODAS las instituciones como se tiene ahora (la PDH la agarran en unos meses). Faltan algunos jueces pero será cuestión de tiempo. El antejuicio contra Erika Aifán avanza y cuando eso pase todos los que han recibido amparo de la Corte de Constitucionalidad (CC) tratarán de cerrar sus casos sin que exista oposición alguna o pedido que se hagan otras investigaciones.

Y con todo ese control, la estructura del presente y su Centro de Gobierno es más fuerte que lo que se pudo pensar de la época del Patriota, con la diferencia que no todos los particulares que nadaban en el mar de la corrupción lo hacen ahora. Muchos aprendieron la lección aunque eso les haya obligado a quedarse fuera del sistema y por tanto de los contratos.

Sabiendo todo esto, la gran pregunta es por qué hay tanto silencio, aparente conformismo y hasta complicidad tácita con todo lo que está pasando, si es de todos conocido que estas estructuras son como un hoyo negro que succionan todo lo que encuentran en el camino.

El problema es que el guatemalteco que quiere hacer las cosas bien se la ve a palitos, los buenos no pueden competir en igualdad de condiciones y las cosas se les hacen más fáciles a los que caminan en la sombra de la ilegalidad  que a los que caminan en el sol de la norma.

Con la excusa de que alzar las voz para advertir estos riesgos o trabajar para tomar un rumbo distinto favorece a las fuerzas de “izquierda” se ha provocado que personas con influencia se queden en la grada sin ver acción en la cancha.

Sí hay quienes desde la “izquierda radical” quieren la consolidación de un sistema que les beneficie y sirva para sus propios intereses, como los hay en la “derecha radical” pero son los extremos de uno y otro bando los que han controlado la narrativa y han impedido a los moderados a tener un rol más importante y propositivo en la construcción de un país mejor.

Ver y saber lo que pasa sin que hagamos mucho al respecto, es un riesgo enorme porque fue lo mismo que hicieron en Nicaragua quienes podían haber ejercido acción propositiva cuando Daniel Ortega ya daba todos los avisos que sería el dictador consolidado que es hoy.

Hagamos un cuadrilátero para los radicales y que se peleen entre ellos, pero demos el chance para que los moderados que entienden los retos, ven los riesgos pero sobre todo tienen la gana de hablar de soluciones y propuestas, puedan converger en un espacio que nos permita construir un futuro mejor.

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