Pedro Pablo Marroquín

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Esposo, papá, abogado y periodista. ¡Si usted siempre ha querido un mejor país, este es su momento de actuar!

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Pedro Pablo Marroquín Pérez
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@ppmp82

No lo digo por el negocio, pues aunque a los dos les gusta, les atrae más la maravilla del autoritarismo. En Guatemala, Daniel Ortega le para el pelo a muchos que reclaman bastante en torno a por qué nuestro Gobierno no es más duro en contra de las ilegalidades, arbitrariedades de Ortega y el poder tras el trono, Rosario Murillo.

Pero paradójicamente, los que demandan más en contra de Ortega son los más permisivos cuando las ilegalidades, arbitrariedades, negocios y mañosearías se hacen aquí, en la gloriosa tierra del Quetzal y sin duda alguna, las acciones de un presidente como Alejandro Giammattei que desea acallar a los “150 gentes” que llegan a La Plaza, no parará tanto los pelos.

Lo dije hace unos días y el mandatario me dio la razón: se le calienta la cabeza rápido, maniobrará para que ya no le manifiesten y es un león feroz contra sus críticos, pero a quien un negocio que apesta a corrupción de la buena, lo convierte en un gatito de monte incapaz de ofender ni con el pétalo de una rosa a unos rusos que nos estafaron vilmente.

El Presidente poco a poco irá perdiendo más las formas y eso que ya no se esfuerza mucho por guardarlas. Cita a Consuelo Porras con la amiga de Alejandra Carrillo, Silvia Patricia Valdés y a los pocos días está Porras buscándole Consuelo al Presidente al que le preocupa las investigaciones en el tema de Benito y el contrato de la vacunada, literal, que nos dio Rusia.

Dice que son 150, quienes lo que tienen desestabilizada es su cabeza y que pobrecitos, pero para que ya no sigan chingando va a decretar Estado de Prevención para disipar las manifestaciones que tanto le incomodan.

Si fuera el COVID lo que le preocupa, hay eventos con más de 150 personas e incluso ingiriendo licor y esos no los prohíbe. Entonces queda demostrado que el fondo no es el COVID sino el obtuso deseo de aferrarse a una Presidencia que es el negocio de su vida.

Estamos frente a lo que será la continuación de más decisiones tomadas con mucho hígado y poca cabeza, pensando más en cómo salvar su pellejo que en velar por el de miles o millones de guatemaltecos. Ortega lo ha hecho, al final más burdo, pero poco a poco fue tomando control de las instituciones clave y es justamente lo que hizo Yamaneti, como le diría Lopez Obrador.

Ahora dice que las respuestas son más vacunas, pero no le da una onza de vergüenza que las que tenemos son donadas porque de las pagadas, solo los rusos y él quizá han obtenido un beneficio económico. Cualquiera con una gramo de decencia, no saludaría así con sombrero ajeno y más cuando hasta hizo algunos desplantes por las vacunas americanas, porque según él tenía a los rusos dando obra y no solo sobra.

Si el mandatario no quisiera descontento, no solo estaría poniendo ya un hasta aquí a los rusos, sino que estaría hablando, liderando y proponiendo las reformas necesarias para atacar los vicios estructurales de un sistema que le permite a las autoridades de turno a usar el dinero de la gente para su beneficio personal.

Estaría hablando de cómo es gobernar con un Congreso que chantajea, con unas cortes que están al servicio del mejor postor, de cómo el MP es una marioneta útil para el Gobierno de turno si no se maneja con independencia por quien la preside, de cómo se puede usar la Contraloría para taparle el ojo al macho mientras son los grandes guardianes de la corrupción y de cómo el futuro está roto mientras el sistema electoral no cambie en nada, en especial en la forma en que cómo elegimos autoridades y la manera en que el dinero con malas intenciones se cuela en las campañas.

Mientras aquí no entendamos que se debe empoderar al de en medio, al que no opera en los radicalismos, en las posiciones obtusas de uno u otro lado, el futuro está más que comprometido y servido para que Giammattei termine haciendo ver a Daniel Ortega como babucha.

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