Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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Adoptando un tono conciliador que no le va, Alejandro Giammattei aprovechó los festejos de la Independencia para lanzar una invitación a los guatemaltecos para dejar atrás las diferencias, darle vuelta a la página olvidando lo que nos divide, y emprender una nueva etapa de mutua confianza para trabajar por el país. Cualquier iniciativa que se centre en trabajar por Guatemala y el bien común de todos los habitantes de la República, en vez de persistir en el saqueo de la cosa pública, tendría que ser positiva, pero la que hace el gobernante suena a un llamado a que la gente deje de seguir hablando de los abusos de poder generados en la Presidencia que llegaron a sepultar investigaciones muy graves de posibles delitos cometidos por el mismo Presidente desde antes de ganar su elección en aquella segunda vuelta en la que la impopularidad de Sandra Torres le sirvió en bandeja lo que apenas si era su sueño imposible.

Lo peor que podemos hacer los ciudadanos es darle vuelta con indiferencia a esa tenebrosa página de cooptación del Ministerio Público que se traduce en la garantía de impunidad. Estamos viendo hoy cómo la misma Organización Mundial de la Salud explica por qué no puede certificar la vacuna rusa, Sputnik V, debido a deficiencias en el proceso de producción y Guatemala no ha movido un dedo para intentar, al menos, la recuperación del dinero pagado pese a que está más que probada la estafa porque no se cumplieron las entregas y quienes recibieron la primera dosis tienen que esperar una eternidad para la segunda que ofrece la inmunización efectiva.

Ni hoy ni nunca deberemos jamás olvidar la cantidad de muertes derivada de la incapacidad de Giammattei en el manejo de la pandemia. La ausencia de efectivas campañas y programas de vacunación para disponer de las dosis que han sido generosamente donadas por otros países es un hecho irrefutable y nuestra posición a la cola del mundo en cuanto a porcentaje de la población debidamente vacunada es la mejor muestra de esa ineptitud que es causa de muchas muertes.

Giammattei ha dicho, en ese su tono insolente que tanto le gusta, que él no tiene la culpa de que la gente no se quiere vacunar y que él no puede llevar a nadie del pelo a que se vacune. Pero su gobierno si pudo desarrollar campañas de información efectivas que pudieran contrarrestar la propaganda de teorías de conspiración antivacuna que proliferan en nuestro medio sin el contrapeso de una versión sólida y consistente de las autoridades respecto a las ventajas que ofrece esa protección.

El caso de la alfombra rusa ha sido enterrado, pero no los privilegios que el Ministerio de Energía y Minas sigue dando a los mineros rusos que estaban atrás de toda la operación. Apenas se les cayó temporalmente lo del puerto, pero el resto de sus intereses siguen siendo protegidos y promovidos por las autoridades.

Es por eso que Giammattei quiere que le demos vuelta a la página. Que no se hable más de la corrupción de su gobierno y que con espíritu conciliador le demos una segunda oportunidad, después del daño ya causado y que se traduce, tristemente, en miles de muertes que no debieron darse.

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