Cada día salen más detalles del negocio con los rusos que estaba investigando la Fiscalía Especial Contra la Impunidad y que provocó la destitución de Juan Francisco Sandoval. Y los funcionarios que se han prestado a la jugada ordenada por la misma Presidencia terminan enredándose más y más en su propia pita porque no hay forma de explicar, mucho menos defender, la forma en que han otorgado un trato preferencial a quienes llevaron las maletas a la residencia del Presidente de la República y de quien fuera el jefe del Centro de Gobierno.
La citación que se hizo en el Congreso esta semana a los ministros de Economía y de Energía y Minas, quienes fueron acompañados del Gerente de la Portuaria Santo Tomás, deja claro cómo es que en este país cuando hay moco de por medio hasta los mas altos funcionarios terminan tan agachados que enseñan sus partes íntimas, pero sobre todo se evidencia que tartamudean cuando tienen que dar respuestas directas y ahora resulta que tras haberlos carroceado por todo el país, ni siquiera llegaron a saber cuál era la nacionalidad de los supuestos “inversionistas” que compraron su derecho de llave con el cargamento de pisto que fueron a dejar a la casa donde vive el Presidente.
No digamos el patético gerente de la Portuaria que fue agarrado como tambor de jubileo por los diputados luego de que le mostraron la carta que él envió a los rusos prácticamente aceptando los términos de las migajas que ofrecen para el país y que se entienden porque no le van a pagar a la Portuaria si para eso ya le pagaron al que decide, manda y ordena.
En las redes sociales alguna gente cuestionaba que fuera la bancada de la UNE la que realizaba las drásticas acusaciones y arrinconaba a los dos ministros y al gerente, recordando que el gobierno de ese partido también fue parte de la corrupción. Y todo ello es cierto pero ahora resulta que esos diputados lograron obtener información que es en realidad mucho más que comprometedora. Es información que demuestra cómo los funcionarios que tendrían que estar al servicio del país están realmente a las órdenes de la corrupción y se prestan, sin que les importe su nombre o prestigio, porque lo dejaron tirado si es que algún día lo tuvieron, porque para seguir ellos con sus propios negocios tienen que aceptar los gritos e imposiciones de un Presidente que no quiere colaboradores sino serviles que se le pongan de culumbrón.
El negocio ya está cocinado y lo están cerrando a toda prisa para cumplir con los que pagaron la millonaria mordida. De eso no cabe la menor duda y el cañonazo debe ser de tal calibre que explica y justifica la orden del Presidente a la Fiscal General para frenar de una vez por todas la investigación. Por un par de millones de dólares no se manda al Ministro de Economía a ser guía de turista de los inversionistas ni se crea la crisis generada por la prepotente actitud de Consuelo Porras. Si Pérez Molina recibió 30 millones de dólares de los españoles, imaginemos cuánto puede costar este negocio que es mucho mayor que el de Pérez Maura con TCQ.
