Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

post author

Al día de hoy la principal fuente de vacunas para Guatemala está en la generosidad del gobierno de los Estados Unidos que ha enviado al país cuatro millones y medio de dosis para inmunizar a la población del virus causante del Covid-19, lo que se traduce en un importante respiro para nuestro gobierno que ha mostrado tan poca capacidad para actuar con corrección a lo largo de toda la pandemia. Obviamente el gobierno de Biden sabe perfectamente lo que hay detrás del fracaso en el negocio con la vacuna rusa y por ello tomó la iniciativa para permitir que dos millones y medio de guatemaltecos puedan ser inmunizados con el importante donativo.

La decisión de colaborar con el gobierno y el pueblo de Guatemala es importante y significativa, sobre todo porque en días pasados diversos funcionarios norteamericanos vinieron al país para advertir sobre el tema de la corrupción como uno de los principales generadores de la migración irregular. Y por supuesto que las cuentas anónimas en redes sociales que maneja el Pacto de los Corruptos criticaron todas y cada una de las visitas de enviados de la administración Biden, presidente al que han colocado la etiqueta de chairo como hacen con cualquiera que manifiesta su respaldo a la lucha contra la corrupción.

Pues fue ese mismo “chairo” quien le lanzó un salvavidas enorme a Giammattei con el envío de lotes de vacunas que tomará bastante tiempo administrar para llegar a personas que buscan la inmunización, pero tanto nuestro gobierno como la ciudadanía tiene que entender que eso no sólo no significa que el reclamo por la corrupción desaparezca sino que, todo lo contrario, aumenta la autoridad moral que pueda tener Washington para el impulso de medidas que permitan ir combatiendo la hegemonía que los corruptos tienen sobre toda la institucionalidad guatemalteca.

La actitud del gobernante luego de estos envíos ha sido, para variar, la de presumir con sombrero ajeno afirmando que las vacunas fueron donadas gracias a la “excelente relación de su gobierno con Estados Unidos”, aunque la verdad es que se trata de un enorme gesto de solidaridad con esa población que se siente abandonada por la falta de vacunas derivada del negocio que se hizo con los rusos y que ha derivado en un sonoro y estrepitoso fracaso.

Estados Unidos entiende que para realmente combatir la pandemia, que empieza otra vez a incrementarse en muchos de sus Estados hace falta que en todo el mundo se puedan aplicar suficientes vacunas como para quitarle al virus la posibilidad de seguirse reproduciendo con nuevas y más peligrosas variantes y ante la certeza de que mientras hay alta disponibilidad de vacunas cada día es menor la cantidad de personas que las busca, donarlas a distintos países es no sólo un gesto de solidaridad sino que pretende reducir globalmente la transmisión.

Esas donaciones permiten a Giammattei obviar el tema de la vacuna rusa que tanto le ha costado en términos de la reacción ciudadana, y puede volver a presumir de sus “aciertos”. Y ojalá que su tan deficiente equipo atine a diseñar un verdadero plan de vacunación para facilitar el trámite a todo aquel que desee vacunarse.

Artículo anteriorAlejos y los traficantes de influencias: La caducidad del sistema de elección de Cortes
Artículo siguienteAngustioso llamado