Mario Alberto Carrera

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Premio Nacional de Literatura 1999. Quetzal de Oro. Subdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua. Miembro correspondiente de la Real Academia Española. Profesor jubilado de la Facultad de Humanidades USAC y ex director de su Departamento de Letras. Ex director de la Casa de la Cultura de la USAC. Condecorado con la Orden de Isabel La Católica. Ex columnista de La Nación, El Gráfico, Siglo XXI y Crónica de la que fue miembro de su consejo editorial, primera época. Ex director del suplemento cultural de La Hora y de La Nación. Ex embajador de Guatemala en Italia, Grecia y Colombia. Ha publicado más de 25 libros en México, Colombia, Guatemala y Costa Rica.

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Mario Alberto Carrera

Hace unos días (por el 15.5.21) y mediante Twitter, el Presidente Bukele de El Salvador realizó una publicación de cerca de 500 palabras (dividida en párrafos o estrofas a manera de pensamientos o aforismos separados pero con unidad) que corresponden a una enteriza ilación me parece que largamente meditada ( aunque semánticamente muy discutible) que constituye un para manifiesto político local -en un sentido- y geopolítico en otro, que ya define mucho del cuerpo ideológico -o doctrinario del mandatario- que sigue la huella tan conflictiva -y a veces de difícil comprensión- de Trump, en esto de emplear el tuiteo como canal para distribuir sus impresiones, sus proyectos y hasta su ideología. Son acaso los aires de la posmodernidad que, usa la cibernética en vez de lápiz y papel, como lo hacíamos antes. Procedimientos de informática que maniobra y emplea muy bien Bukele, quien -a sus ojos- él y El Salvador constituyen un EJEMPLO (sic). (Lo escribió él así para enfatizar el signo, el significante y el significado atemorizador). El Salvador constituye –digo y añado- un modelo, un pattern o un paradigma revolucionario para los sometidos al statu quo. Es decir, en la terminología bukeliana que es muy pintoresca: EJEMPLO (El Salvador) sugerentemente transgresor para los doblegados por los “capataces”(sic) de las “fincas”(sic) históricamente encomenderas del continente y no sólo de Guatemala, como algunos periodistas guatemaltecos han querido interpretar.

Lo que sí es cierto (y acaso sin entrar aún en sustancia o bilateralmente penetrando en ella) es que este pro-manifiesto de Bukele ¡dirigido a Latinoamérica!, tiene mucha tela marinera para analizar en el sentido semiológico, lingüístico, semántico y terminológico por la discusión que el mismo Presidente plantea -en este nivel. Se mete de lleno -en él- apelando en el dilatado tuit -por entregas- a los mismísimos diccionarios. E intentando la mutación semántica de términos cuyo significado está -para él- arrinconado y ya en desuso. Con tal fin entrecomilla los términos que ya deben descartarse. Y -elogiando mediante adjetivos o adverbios plausibles y encomiables- las nuevas voces que deben adoptarse, pero cuyo signo es el mismo. Lo grave es esto: que sugiere o indica que -empleando los mismos signos- debemos aplicarles distinto significado, por la eliminación de un simple entrecomillado.

Ejemplo, la palabra “LIBERTAD” (sic) mayúsculas con comillas) debe significar una cosa anticuada y deleznable. Y, antecedida por una aclaración ¡y sin comillas!, debe significar otra según Bukele. Trasmutación que haría temblar el tabernáculo de la política y la socio economía académicas. Pero también ¡y más y mucho!, el vetusto diccionario de la partidocracia senil, “finquera”, narcotraficante y corrupta. Poca cosa pretende, pero lo aplaudo.

Por lo que observo, a Bukele le apasiona tanto el mundo de la política –sobre todo regional y finquera- como la disolución progre de las “fincas” mediante el EJEMPLO (sic) bukeliano de El Salvador. Pero también le apasiona el mundo de la lengua o idioma.

Bukele se decanta por cuatro términos -en concreto- cuyos signos, significantes y significados vierte y revierte a lo largo del texto o discurso suyo del que me ocupo. Estas cuatro voces son en este orden (lo que también tiene un interpretación): democracia, libertad, soberanía e independencia que escribe siempre con mayúsculas y entre comillas (la primera vez en el tuit de tuits) y la segunda vez -cuando las palabras han recibido renovantes aguas bautismales- van precedidas con una frase que les procura nueva semántica: con verdadera. La preposición con el adjetivo modifican al sustantivo y la palabra deja de ser lo que fue para ser lo que es “en Bukele”. Se comprende el discurso si se hace un esfuerzo.

Sería: “Democracia” (sic) según lo entienden los dueños de las “fincas” (sic) y “gerentes” (sic) de las mismas. Y Democracia (sin comillas) según el nuevo modelo que aplica en El Salvador su novel mandatario.

Por lo importante y denso del tuit presidencial continuaré el lunes próximo este análisis filológico y semiológico, hecho también en superficiales volandas.

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