Luis Fernando Bermejo Quiñónez

@BermejoGt

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Por: Lic. Luis Fernando Bermejo Quiñónez
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Está por finalizar la accidentada campaña electoral y pronto tendremos que salir a votar este domingo 20 de agosto por las dos opciones que han quedado para el balotaje, la del binomio del partido político Movimiento Semilla, Bernardo Arévalo y Karin Herrera, y la opción de la Unidad Nacional de la Esperanza, Sandra Torres y Romeo Guerra. Lo anterior, en medio de un ambiente en que muchos se encuentran divididos internamente sobre por quién ejercer el voto. Campañas de desinformación y prejuicios nublan el juicio.

Por eso hoy, como católico, trato de exponer unos lineamientos que provienen de documentos de la misma Iglesia Católica para exponer la visión de la institución frente a la democracia, sobre el rol del católico en la vida política, las cuestiones morales de las que el católico no debería separarse y de las herramientas de análisis para ejercer el voto con base en la realidad del país.

Para lo anterior esta columna se basa principalmente, pero no exclusivamente, en la “Nota Doctrinal sobre algunas cuestiones relativas al compromiso y la conducta de los católicos en la vida política” de la Congregación para la Doctrina de la Fe [1] del 24 de noviembre del 2002 (de ahora en adelante la “Nota Doctrinal”) y el documento titulado “Formando la Conciencia para ser Ciudadanos Fieles: Llamado de los obispos católicos de los Estados Unidos a la responsabilidad política”[2] de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos de noviembre de 2015 y su Carta de introducción de noviembre del 2019 (de ahora en adelante “Formando la Conciencia”), documentos que contienen importantes referencias a la Biblia, a encíclicas, al Catecismo y otras fuentes del acervo de la doctrina católica.

El autor hace la salvedad que estos documentos no son exhaustivos de las enseñanzas de la Doctrina de la Iglesia Católica sino que sólo se presentan de forma ejemplificativa. El animus de este escrito es sólo orientar la decisión que deben tomar con herramientas de la propia doctrina cristiana, no llamar al voto a una opción u otra.

En relación a la política, la Nota Doctrinal cita a Santo Tomás Moro, Patrón de los Gobernantes y Políticos, «el hombre no se puede separar de Dios, ni la política de la moral”.[3] Luego, indica inmediatamente que en “Las actuales sociedades democráticas, en las que… todos son hechos partícipes de la gestión de la cosa pública…/… todos pueden contribuir por medio del voto a la elección de los legisladores y gobernantes y, a través de varios modos, a la formación de las orientaciones políticas y las opciones legislativas que, según ellos, favorecen mayormente el bien común.” Teniéndose presente que la noción de “bien común” según el Catecismo de la Iglesia Católica es “el conjunto de aquellas condiciones de la vida social que permiten a los grupos y a cada uno de sus miembros conseguir más plena y fácilmente su propia perfección” (Catecismo de la Iglesia Católica, No. 1906).[4]

Siguiendo con la idea del “bien común” el Catecismo indica, el “…bien común comporta tres elementos esenciales, en primer lugar, “…el respeto a la persona en cuanto tal. En nombre del bien común, las autoridades están obligadas a respetar los derechos fundamentales e inalienables de la persona humana…” (No. 1907). En segundo lugar, “…exige el bienestar social y el desarrollo del grupo mismo… Ciertamente corresponde a la autoridad decidir, en nombre del bien común, entre los diversos intereses particulares; pero debe facilitar a cada uno lo que necesita para llevar una vida verdaderamente humana: alimento, vestido, salud, trabajo, educación y cultura, información adecuada, derecho de fundar una familia, etc.” (No. 1908). Por último, exige la “paz” “…es decir, la estabilidad y la seguridad de un orden justo…” (No. 1909).

La Nota Doctrinal establece que el Concilio Vaticano II deja claro que los “…fieles laicos de ningún modo pueden abdicar de la participación política…”[5] por medio de la variada y multiforme acción de ellos. No obstante, contrario a lo que recientemente ha ocurrido con ciertas iglesias evangélicas, la Iglesia Católica no puede asumir un rol partisano tal como menciona el documento “Formando la Conciencia” antes descrito: “La Iglesia está involucrada en el proceso político, pero no es partidaria de ningún partido. La Iglesia no puede abogar por un candidato o partido político sobre los demás. Nuestra causa es la defensa de la vida y dignidad humana, y la protección de los débiles y vulnerables”.[6]

También la Nota Doctrinal deja claro que la Iglesia no puede ni debe abogar por soluciones concretas a los problemas políticos y sociales, las “realidades temporales”, así dice que “…No es tarea de la Iglesia formular soluciones concretas – y menos todavía soluciones únicas – para cuestiones temporales, que Dios ha dejado al juicio libre y responsable de cada uno”. Pero eso sí aboga a que el fiel católico con una conciencia bien formada no pueda “…favorecer con el propio voto la realización de un programa político o la aprobación de una ley particular que contengan propuestas alternativas o contrarias a los contenidos fundamentales de la fe y la moral…” Así establece la Nota Doctrinal que existen materias donde el católico debe defender la esencia del orden moral, así menciona que dentro de ellas están las leyes en materia de aborto y eutanasia y la defensa de la vida desde su inicio hasta su término natural, la promoción de la familia fundada en el matrimonio monogámico, la libertad de educar a los hijos por los padres, la lucha por la tutela de los menores y la esclavitud moderna, la defensa de la libertad religiosa, entre otras.[7]

No obstante lo anterior, al abogar por esos principios morales inderogables debe hacerlo con paciencia y amor al prójimo y sin fanatismos, así el documento “Formando la Conciencia” reza “…el Papa Francisco nos anima en Evangelii Gaudium a meditar sobre la inseparable conexión entre la recepción del anuncio salvífico y un efectivo amor fraterno… “Con la medida con que midáis, se os medirá” (Mateo 7:2); y responde a la misericordia divina con nosotros: “Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados; dad y se os dará…” (Lucas 6:36-38).[8]

Ahora bien, la condenación y oposición a políticas que infringen los fundamentos inderogables de la moral católica, según el documento “Formando Conciencias”, también “…debería también abrirnos los ojos al bien que debemos realizar, es decir, a nuestro deber positivo de contribuir al bien común y de actuar solidariamente para con los necesitados…” Así, como el fiel católico debe velar por los principios más torales de la moral, también debe procurar el “bien común” de la “comunidad política” donde vive. Así “…El imperativo moral de responder a las necesidades de nuestro prójimo —necesidades básicas como el alimento, la vivienda, el cuidado médico, la educación y un trabajo digno— obliga universalmente a nuestra conciencia y puede ser llevado a cabo legítimamente de diferentes maneras. Los católicos deben buscar las mejores maneras de responder a estas necesidades”.

En la búsqueda del “bien común” para efecto de decidir qué partido político y sus programas le convienen al país, es importante que el ciudadano y fiel católico conozca la realidad de su país. Así, en el documento titulado “Orientaciones para la Participación de los Católicos en la Política”[9] publicado por el Arquidiócesis de Toledo se da la siguiente orientación: “La elección del partido… de las personas a las cuales confía la vida pública… no podrá ser una elección exclusivamente individual: incumbe a las comunidades cristianas analizar con objetividad la situación propia de su país, esclarecerla mediante la luz de la palabra inalterable del Evangelio… Desde esta lógica, los creyentes deben procurar hacerse luz mutuamente con un diálogo sincero, guardando la mutua caridad y la solicitud primordial por el bien común”. (el subrayado y negrilla es propio).[10]

¿Cuál es la situación en la que se encuentra Guatemala para efectos de decidir sobre qué opción política buscaría de mejor forma el “bien común”? ¿Qué necesita Guatemala en estos momentos?

Guatemala tiene indicadores sociales pobrísimos. El 60% de la población vive en condiciones de relativa pobreza. La educación está por los suelos. El sector de salud es deficiente y de poca cobertura. Millares de jóvenes dejan el país anualmente porque consideran que en el país no tienen futuro. El narcotráfico domina amplios territorios del país y se ha infiltrado en el poder municipal en infinidad de alcaldías y en el Congreso proliferan sus “representantes”. El financiamiento de la política con honrosas excepciones proviene del narcotráfico o de contratistas del Estado ligados a ellos. La población no confía en las instituciones y con razón, en mi opinión. Quizás la característica que define el período presidencial de Alejandro Giammattei es la destrucción de los pesos y contrapesos republicanos y la cooptación del poder público en demasía de los “niveles históricos”. Contra todo pronóstico, Alejandro Giammattei ha logrado gobernar concentrando de gran manera del poder. La aparente alianza con la dirigencia del MP causó que dicho órgano dejara de perseguir criminales de cuello blanco y redes de corrupción como otrora y ahora se dedica a perseguir con saña a jueces, fiscales, periodistas, activistas, políticos disidentes y, en una tendencia reciente, a partidos políticos y a sus miembros y a funcionarios “desobedientes”. Las Altas Cortes (Corte Suprema de Justicia y Salas de Apelaciones) no se eligen porque existe contubernio político de mantenerlos, la Corte de Constitucionalidad cayó en manos de partisanos de la alianza oficialista y de partidos que iban a formar parte de la contienda electoral con obvios intereses. En fin, las instituciones de control republicano, las Cortes y los órganos de control de la actividad estatal, están dañados y responden a intereses personales, espurios y de conveniencia política. Todo esto influye sobre la percepción de corrupción y disfunción de todas las instituciones estatales. Por lo anterior es que en la percepción de los guatemaltecos, la corrupción por primera vez en años, está como el problema principal percibido por la población.

En la campaña política se hicieron muchos señalamientos en que una opción, Movimiento Semilla, promovía cambios legales y de política en relación al aborto, al matrimonio y sobre ideología de género. Dicho grupo político desmintió dichos señalamientos como “campaña negra”. Al votante y fiel católico le corresponde analizar sus posturas públicas y su plan de gobierno[11] para determinar si hay atisbos de promoción de políticas que vayan contra la doctrina de la Iglesia, pero sobre bases objetivas, no por chismes, memes, tweets o bulos de campaña negra los cuales han abundado en este período eleccionario. Sobre este respecto es importante que el católico tenga en consideración en forma racional los pesos y contrapesos del futuro gobierno, el juego de mayorías en el Congreso, las protecciones constitucionales sobre la vida desde la concepción (difícilmente modificables ya que para la reforma de estos derechos se requeriría además de la aprobación de las ⅔ partes del Congreso y la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente) y la realidad no ingenua que una de las opciones tiene muchísima más afinidad al oficialismo y a las fuerzas políticas que hoy rechazan los electores por corruptas.

Por otro lado, toca a los católicos analizar los caracteres de las personas, su pasado personal y político, el testimonio de vida de los candidatos, las conductas que han manifestado en su involucramiento político en la historia para determinar quién puede ser el candidato que refleje los valores cristianos que se buscan en los líderes. Si de las opciones hay una cuyo pasado político refleja la continuidad de un régimen que no busca el “bien común”, el católico debe ejercer el voto en contra de dicha opción.

Teniendo esto en cuenta corresponde que la población ejerza ciudadanía y que se impongan de los planes, el de Semilla bastante elaborado (aunque no exento de críticas) o el de la UNE, más lacónico en sus propuestas y forma de financiamiento.[12] Recientemente, una de las opciones, Sandra Torres de la UNE, ha aumentado sus ofrecimientos a distintos grupos de presión (maestros, exmilitares, jóvenes, alcaldes electos, etc.) mientras el candidato Arévalo, de Semilla, ha insistido en la “limpieza de las instituciones”. ¿Qué demanda el momento político y el “bien común” de este país? Le tocará al votante católico decidir “en buena conciencia”.


[1] Se puede obtener en: https://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_20021124_politica_sp.html

[2] Se puede obtener en: https://www.usccb.org/resources/forming-consciences-for-faithful-citizenship-spanish.pdf

[3] Nota Doctrinal, párrafo 1).

[4] Disponible en: https://www.vatican.va/archive/catechism_sp/p3s1c2a2_sp.html#II%20El%20bien%20com%C3%BAn

[5] Nota Doctrinal, p. 1)

[6] Formando la Conciencia, p. 58.

[7] Nota Doctrinal, p. 4) en la que literalmente reza: “…Ante estas exigencias éticas fundamentales e irrenunciables, en efecto, los creyentes deben saber que está en juego la esencia del orden moral, que concierne al bien integral de la persona. Este es el caso de las leyes civiles en materia de aborto y eutanasia (que no hay que confundir con la renuncia al ensañamiento terapéutico, que es moralmente legítima), que deben tutelar el derecho primario a la vida desde de su concepción hasta su término natural. Del mismo modo, hay que insistir en el deber de respetar y proteger los derechos del embrión humano. Análogamente, debe ser salvaguardada la tutela y la promoción de la familia, fundada en el matrimonio monogámico entre personas de sexo opuesto y protegida en su unidad y estabilidad, frente a las leyes modernas sobre el divorcio. A la familia no pueden ser jurídicamente equiparadas otras formas de convivencia, ni éstas pueden recibir, en cuánto tales, reconocimiento legal. Así también, la libertad de los padres en la educación de sus hijos es un derecho inalienable, reconocido además en las Declaraciones internacionales de los derechos humanos…”

[8] Formando la Conciencia p. 1)

[9] Se puede encontrar aquí: https://laicos.conferenciaepiscopal.es/orientaciones-para-la-participacion-de-los-catolicos-en-politica/

[10] Op. Cit. Página 35.

[11] El Plan de Gobierno de Semilla 2024-2028 se puede descargar aquí: file:///C:/Users/Luis%20Fernando/Downloads/[2023]Plan_de_Gobierno_Semilla.pdf 

[12] El Plan de Gobierno de Semilla 2024-2028 se puede descargar aquí: file:///C:/Users/Luis%20Fernando/Downloads/[2023]Plan_de_Gobierno_Semilla.pdf  y las propuestas de la UNE al no tener un plan de gobierno formal se encuentra aquí: https://une.com.gt/propuestas-guate/

 

 

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