Luis Alberto Padilla

Doctorado en ciencias sociales en la Universidad de Paris (Sorbona). Profesor en la Facultad de Derecho y en la Escuela de Ciencia Política de la Universidad de San Carlos. Es diplomático de carrera y ha sido embajador en Naciones Unidas (Ginebra y Viena), La Haya, Moscú y Santiago de Chile

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Y cuando despertó el terrorismo (dinosaurio) todavía estaba allí. Parodiando el famoso cuento corto de Tito Monterroso, resulta increíble que esto le haya ocurrido a Rusia y no a los occidentales. Y decimos esto porque frente a los más de 30,000 civiles – más de un 50% de ellos mujeres y niños – asesinados en la franja de Gaza en acciones de guerra que la propia Corte Internacional de Justicia (CIJ)  en fallo unánime resolvió recientemente una demanda sudafricana contra Israel –  acusado por ese país de cometer actos de genocidio en Gaza –  ordenando hacer una investigación para establecer la veracidad de los hechos denunciados por Sudáfrica. Y, en semejante contexto internacional, resulta que el “Estado Islámico”  no ataca ni en Europa ni en Estados Unidos (que respaldan a Israel) sino que lo hace ¡en Rusia!  Además, esto sucede justamente cuando todos los analistas coinciden que Ucrania está perdiendo la guerra (por eso las declaraciones de Macron sobre el posible envío de tropas francesas) y cuando Putin acaba de ser reelecto por abrumadora mayoría.

Además, si se toma en consideración el hecho que los servicios de inteligencia occidentales tuvieron la “gentileza” de advertir a Moscú acerca de lo que estaba a punto de ocurrir, habría que decir que hay algo muy extraño en este atentado terrorista.  Algo “no cuaja”: un ex agente de la CIA y de los servicios de inteligencia americanos de nombre Ron Albedo dijo en el podcast de Rubén Gisbert – en el que también participó el coronel Pedro Baños, militar español experto en geopolítica –  que para él la hipótesis más verosímil  respecto a los autores intelectuales  del atentado era  la que apuntaba a Kiev respaldada por el MI6 británico. Y posiblemente habría sido una divergencia entre ellos, como dice el conocido analista mexicano Alfredo Jalife al recordar tanto la defenestración de Victoria Nuland del Departamento de Estado (después de hacer públicas declaraciones sobre las sorpresas que le esperaban a Moscú en el conflicto con Ucrania) como un sorpresivo viaje de Barack Obama a Londres, todo ello a principios de este mes, lo que  podría estar en el origen de la “gentileza” de Washington avisando a Moscú sobre lo que iba a suceder. Aunque obviamente, advertir a su enemigo en forma genérica acerca de un ataque terrorista en espacios públicos, sin mayores precisiones,  no es de mayor utilidad en una ciudad con más de doce millones de habitantes. Aunque siempre es posible que dicho aviso les haya servido a los rusos para atrapar a once de los presuntos responsables – cuatro de ellos actores directos de los hechos criminales – cuando escapaban en dirección a Ucrania como dijo el propio presidente Putin.

Sin embargo, y aquí surgen otras dudas del todo pertinentes: ¿Por qué, cuando normalmente los terroristas de filiación islámica cometen atentados suicidas, estos no lo hicieron? Según la información pertinente se trataría de individuos nativos de Tayikistán,  una antigua república soviética – de mayoría de población musulmana –  ubicada en el centro de Asia que actuaron no por convicción religiosa (al inmolarse en martirio los jihadistas fanáticos creen tener asegurada su entrada al paraíso) sino por dinero. Se trataba de mercenarios a los que se les aseguró que podrían escapar para obtener su paga. Se les contactó además por internet y no se conocían entre sí, de modo que la escasa información que podrían proporcionar en caso de ser capturados no serviría de mucho. Además, el hecho que los rusos hayan respondido casi de inmediato de manera fulminante al lanzar un misil hipersónico Zircon que se desplaza a Mach 9 (9,000 kilómetros por hora) y que impactó con gran precisión en el blanco: un búnker subterráneo de la inteligencia ucraniana (el SBU) en cuya superficie había un edificio deshabitado y otro misil Iskander que también perforó otro búnker subterráneo en el que perecieron oficiales de países de la OTAN (un general polaco entre ellos)  permite pensar que  Moscú ha optado por respuestas que – por hora – podrían considerarse como “normales” en los frentes de guerra.

Por otra parte,  según Daniel Stulin uno de los entrevistados por Gisbert y Baños,  tratándose del inicio del mes de ayuno,  sagrado para los musulmanes – el Ramadán – cometer un atentado terrorista en estas fechas sería el equivalente de que un  cristiano hiciera algo similar el Viernes Santo o un judío en el Yom Kippur.  Es precisamente por ello que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (gracias a la notable abstención de Estados Unidos que pudo haberla vetado como ha hecho en anteriores ocasiones) aprobó una resolución presentada por los diez miembros no permanentes pidiendo que durante todo el mes sagrado del Ramadán se decretara un alto al fuego. De manera que es poco probable que esta acción terrorista haya sido cometida realmente por grupos pertenecientes a esa  fantasmal organización – absolutamente descentralizada y dividida en múltiples facciones y ubicaciones geográficas –  llamada “Estado Islámico”  y no solo porque la coyuntura presente apunte hacia otros potenciales blancos por razones evidentes,  sino también porque el terrorismo sufrido por los rusos ha provenido  de zonas geográficas (las montañas del Cáucaso, las exrepúblicas soviéticas con mayoría de habitantes de religión musulmana  en Asia central) actualmente relativamente pacíficas sin focos de violencia notables.

En cambio, si dirigimos nuestra atención al conflicto ucraniano habría que percatarse que  la guerra de desgaste en que se ha convertido la “operación militar especial” iniciada por Putin en 2022 para evitar la entrada de Ucrania en la OTAN ya Kiev la tiene prácticamente perdida. La ofensiva del verano pasado fue un fracaso, los occidentales no han estado en capacidad de suministrar la ayuda militar que se requiere y los ucranianos no pueden reemplazar las bajas sufridas  mientras que Rusia no solo produce todo su material militar (los expertos militares aseguran que sólo la cantidad de municiones que los rusos producen es mayor a la de los europeos y americanos juntos), las sanciones no destruyeron la economía rusa, sino que promovieron su crecimiento al obligarlos a producir aquellas cosas que importaban y, por otra parte, aunque Rusia sea un país sub poblado en relación a su territorio,   poseen   suficiente población para reponer sus propias bajas.

Y como no ha sido posible confirmar los propósitos expansionistas e imperiales de Putin, entre otras razones porque con 17 millones de kilómetros cuadrados de extensión territorial Rusia no tiene necesidad de más territorio, a lo que habría que agregar que, con apenas unos 145 millones de habitantes tampoco Rusia puede “competir”  con los 330 millones de Estados Unidos, los  450 millones de la UE o los 67 millones del Reino Unido. O dicho en otras palabras, tanto por razones geopolíticas como demográficas a Rusia ni le interesa ni está en condiciones de enfrentarse a los occidentales y si lo vemos desde el punto de vista militar convencional menos aún.  Por tales razones, cualquier enfrentamiento directo de la OTAN con Rusia muy probablemente conduciría a la utilización de armamento nuclear táctico. Y de allí a la tercera guerra mundial y al Armagedón no hay más que un paso. Por eso el irresponsable clima guerrerista que prevalece en Europa es lamentable y atroz.  Hay que apostarle a la diplomacia y a las negociaciones de paz.  Hay que oponerse a la guerra y, por supuesto, hay que esperar que la respuesta rusa al ataque terrorista – si se confirma que se originó en Kiev – sea mesurada y sin afectar a la población civil. Ojalá que también no solo el “aviso”  de Washington a Moscú, sino también su abstención en el voto del Consejo de Seguridad  pidiendo a Israel un alto al fuego en Gaza impliquen un cambio en la política mundial de la Casa Blanca. Mucha falta que les hace a los demócratas, ahora que se aproxima la contienda electoral del mes de noviembre. 

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