En medio de aplausos de sus ministros y secretarios, el presidente Alejandro Giammattei presentó su tercer informe de gobierno que denominó "El año de los logros". Foto La Hora/Presidencia

A todos los presidentes les ocurre lo mismo y convierten sus informes sobre cada año de gestión en una oportunidad para autoelogiarse con bombos y platillos, pasando por alto la realidad existente y el sentimiento de la población. Se puede decir que la norma es clara: a mayor mediocridad de un gobierno, más fantasiosos los reportes de lo que según el gobernante ha logrado y esa tónica no cambia ni cambiará, aquí o en ningún lugar, porque es comportamiento generalizado.

Analizar esos informes no tiene sentido porque nadie los toma en serio, salvo el círculo de aduladores que se encarga de producirlos y redactarlos. Todos los guatemaltecos entienden que en estos tres años se ha dado el más burdo retroceso en temas fundamentales como el Estado de Derecho, la institucionalidad y la corrupción, situaciones que afectan en mucho la vida diaria y generan toda una gama de problemas.

En los informes nunca hay el menor reconocimiento de algún error cometido y, por el contrario, se inventan logros y éxitos que simplemente causan risa a quienes tienen la paciencia de escuchar o leer tales informes que, como dijimos, tienen sus matices porque aunque todos son fatuos, los pronunciados por los peores gobernantes en cualquier país del mundo son más fantasiosos y arrogantes.

El fin de semana, sin embargo, Giammattei llegó a uno de los canales de televisión que lo trata con guante de seda y mostró sus corrientes reacciones viscerales, esta vez lanzándose de nuevo contra Estados Unidos por el tema de las solicitudes de extradición de políticos vinculados con el mundo del narcotráfico. Y despotricó contra Washington por haber hecho la solicitud, que incluyó a su amigo Ubico, acusándolos de proteger, mediante el asilo, a los que él considera delincuentes por la osadía de investigar situaciones comprometedoras que exponían al gobernante y a su círculo más cercano.

Tanto la extradición como el asilo son figuras reguladas en el derecho internacional, pero funcionan para situaciones diametralmente opuestas. La primera persigue la captura de delincuentes y el segundo protege a quienes pueden ser objeto de maliciosas acusaciones o ven su seguridad expuesta a peligros por razones políticas.

En resumen, lo que se puede tener como cierto es que en este último año de su período de gobierno, se vendrá una avalancha de negocios para aprovechar cada minuto que le quede con algo de poder a fin de aumentar su fortuna y la de quienes comparten con él esa ambición exagerada. Y es alrededor de esa idea que se tejerán las acciones de los siguientes meses.

Redacción La Hora

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