Es casi un hecho que el ministro de Finanzas, Álvaro González Ricci será nombrado presidente del Banco de Guatemala. Foto La Hora/Minfin

Uno de los aspectos positivos que ha tenido Guatemala en los últimos tiempos ha sido el tema macroeconómico, que se refleja en una aceptable estabilidad monetaria influenciada, sin duda alguna, por la inyección mensual de las remesas familiares que envían los migrantes y que tienen un profundo peso. Y había influido, hasta hace poco, la actitud profesional que en varios momentos ha tenido el Banco de Guatemala, situación que empezó a cambiar en los últimos meses, cuando el Presidente de esa institución se preocupó especialmente por quedar bien con el gobierno, tal vez pensando en una reelección que de todos modos no obtuvo.

La politización de la banca central es un peligroso augurio para el futuro del país porque tenemos que suponer que las decisiones dejarán de ser técnicas para convertirse en políticas y el Banco de Guatemala puede jugar un papel de caja de resonancia de la propaganda oficial, tal y como ha sucedido en los últimos meses en los que el presidente de la institución atribuía lambisconamente la estabilidad a decisiones del mismo Giammattei.

La independencia de la banca central es un tema crucial para mantener la estabilidad macroeconómica y no deben maquillarse las cifras para ayudar a ningún gobierno a “verse bien”. En el tema monetario, para empezar, la facultad que tienen para intervenir en el mercado cambiario no debe usarse arbitrariamente para beneficiar a algún sector productivo, porque la intención de esa facultad para comprar o vender divisas es únicamente para evitar cambios bruscos derivados de la especulación u otros factores artificiales. Pero la intención nunca fue que el Banguat fuera un especulador para ajustar al gusto del cliente el ritmo del tipo de cambio.

El nombramiento del actual ministro de Finanzas para dirigir la banca central, cosa que se da ya por hecho implica, sin duda alguna, mayor riesgo de politización de la institución, además de que se persigue que el partido oficial mantenga el control de la macroeconomía durante los próximos cuatro años, colocando a una de sus principales figuras en la presidencia del Banguat.

De hecho, con la alianza que en la práctica existe entre la élite económica y el oficialismo, se puede afirmar que la dirección de la banca central, con la Junta Monetaria, está en buena medida politizada porque es visible el producto de ese estrecho entendimiento en materia política.

Preservar la sanidad macroeconómica del país debe ser un objetivo de Nación, por lo que ello puede representar en tantos aspectos de la vida nacional, y para ello es indispensable la plena autonomía, libre de intereses políticos.

Redacción La Hora

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