Uno de los aciertos de la Sub-20 fue la convocatoria a jugadores que como varios migrantes buscan su espacio a nivel internacional. Foto La Hora/Selección Nacional

Todos los jugadores de la Selección Nacional Sub20 merecen reconocimiento por su esfuerzo y entrega pero hay un detalle que se debe señalar y es la participación en el combinado de varios hijos de migrantes que, nacidos en Estados Unidos, han tenido todo un mundo de oportunidades que van desde lo académico a lo deportivo, además del tema puramente físico, que les abren las puertas no sólo para el éxito como futbolistas, sino también para muchas cosas en la vida.

Los niños hijos de guatemaltecos nacidos en Estados Unidos tienen una expectativa muy distinta a la que tuvieron sus padres que se vieron obligados a emigrar. El hecho de ser ciudadanos norteamericanos por nacimiento les abre toda una gama de oportunidades que les diferencian de sus compatriotas de la misma generación, con características genéticas iguales, pero que para la sociedad simplemente no cuentan porque son tristemente ignorados.

La Federación de Fútbol hizo bien en contactar a esos chapines que se han formado allá y que contribuyeron en gran medida a los éxitos que tuvo ese seleccionado gracias al roce que les ha dado el formar parte de organizaciones de la MLS (Liga Mayor de Fútbol por sus siglas en inglés) en donde han tenido esas oportunidades que aquí son tan escasas.

Como alguien decía en las redes sociales, los migrantes no sólo nos mandan su dinero que sostiene a la economía del país, sino que además nos dan a sus hijos para mejorar nuestra competitividad deportiva y eso es algo que debe también agradecérseles.

Pero repetimos que la diferencia entre ellos y sus paisanos crecidos aquí está en las oportunidades que aquella sociedad les ofrece, aún con el estigma que muchos les destacan de provenir de una migración ilegal que, sin embargo, les es útil porque es la que se dedica a oficios que los mismos norteamericanos no quieren realizar.
Oportunidades de alimentación desde pequeños, lejos de la desnutrición que nos marca aquí; oportunidades de estudio infinitamente superiores a las que ofrece nuestro sistema público controlado por mafias sindicales; atención de salud de primer orden, en contraste con la nuestra que es mala en términos generales, pero cuando se trata de la población rural e indígena es terrible porque el mundo ladino no piensa en ellos.

Y todo ello permite que el contraste con sus compañeros de generación que se forman aquí sea grande y nos debería obligar a aceptar algo que muchos niegan. El chapín tiene madera para ser exitoso y lo único que hace falta es que disponga de esas oportunidades que aquí no existen.

Redacción La Hora

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