Las cifras violencias son un ejemplo de los números que no cuadran en la versión oficial. Foto La Hora/Bomberos Voluntarios

Maquillar los datos cruciales de los problemas que sufre el país se ha vuelto una política generalizada entre los funcionarios de Alejandro Giammattei y lo mismo se hace con lo que ocurre con la educación pública, la salud de los ciudadanos, la economía del país y ahora con la violencia. Hace algunos años, en acatamiento de las normas del acceso a la información, la Policía Nacional Civil publicaba reportes detallados de los hechos de violencia y los lugares donde los mismos ocurrían, lo que permitió hacer una especie de mapeo del comportamiento de los grupos criminales y de esa forma tanto las autoridades como la ciudadanía podía tomar las debidas precauciones.

Y así como en el Ministerio de Educación se ocultan los datos sobre el rendimiento escolar, para que no se vea el fracaso de este gobierno, se manipulan cifras con relación al avance del COVID-19 y el Banco de Guatemala se dedica a maquillar cifras para aparentar un crecimiento mayor que agrade al gobernante y le permita presumir de sus logros. Ahora resulta que la PNC dispuso o recibió órdenes de limitar información sobre el curso de la violencia porque ésta viene en alza, a pesar de que hace unos días se anunció con bombos y platillos que habíamos pasado un día sin un solo asesinato, lo que por supuesto fue motivo de orgullo y satisfacción para las autoridades, pero la data oficial reflejó que fue un verdadero milagro, una enorme excepción, porque 24 horas después el informe era de nuevo espeluznante.

¿Qué país puede diseñar políticas efectivas para resolver sus problemas si los mismos son maquillados y, nos tememos, las autoridades terminan creyendo sus propias patrañas? Lo primero que hay que hacer para resolver un problema es reconocerlo pero admitir que andamos mal en casi todas las áreas (porque los funcionarios están concentrados en nutrir de dinero al centro del gobierno) no conviene a la “buena imagen” que deben proyectar del régimen actual.

No se puede tener confianza ni credibilidad en la data disponible, sea para determinar niveles de inflación o para medir niveles de seguridad. Todo se acomoda, se ajusta con la única intención de encumbrar a un gobierno que goza presumiendo de sus fantasiosos logros.

Todas las áreas señaladas demandan información precisa para implementar acciones que alivien a la ciudadanía, pero es evidente que hay una consigna y que todos los funcionarios la tienen que acatar rigurosamente porque la divulgación de la verdad reflejaría condiciones que no cuadran con la propaganda oficial sobre lo exitoso que dicen ser.

Redacción La Hora

post author
Artículo anteriorViéndonos en el espejo de Watergate
Artículo siguienteMiles de migrantes salen en caravana del sur de México con rumbo a EE. UU.