El presidente, Alejandro Giammattei pronunció un discurso en el que todo eran flores para él mismo. Foto La Hora/Presidencia

Dentro del viejo refranero popular era corriente la expresión de alábate coles para referirse a alguien a quien nadie echa flores y termina con la práctica del autoelogio, situación que cabalmente se vio ayer en el segundo aniversario de la presidencia de Giammattei cuando al presentar su informe pronunció un discurso en el que todo eran flores para él mismo, sobre todo por los “maravillosos logros de la economía” que, según él, tuvo una evolución histórica como resultado de su esfuerzo y trabajo. Hay que reconocer que sí mencionó que los grandes éxitos eran resultado del esfuerzo de su gobierno y del sector privado, pero sigue sin atribuirle a las remesas que son producto del esfuerzo de nuestros migrantes, el rol que juegan en la estabilidad económica del país.

Fuera del muy poderoso círculo de la corrupción, nadie habla bien de Giammattei y, al contrario, se destaca su mal manejo de la pandemia, su pésimo carácter, tendencia a los negocios y ausencia absoluta de capacidad para ejercer el cargo que ostenta. Si es de reconocerle que en el tema de la corrupción y la impunidad ha hecho mucho más de lo que hizo cualquier gobernante en el pasado y que se está ganando a pulso su lugar en la historia porque desmontar los esfuerzos que se hicieron para combatir el saqueo de los recursos nacionales constituye uno de los mayores retrocesos que ha sufrido Guatemala.

No se puede negar que hay algunos que realmente tienen mucho que agradecerle a Giammattei por lo que han logrado en estos dos años y ellos sí que lo elogian no sólo en los comunicados que periódicamente emiten para actuar de manera institucional en esos reconocimientos sino también de viva voz y esa gente confía en que los beneficios y la garantía de impunidad se consolide dentro de pocos días cuando se proceda a la designación de Fiscal General de la República, posición que prácticamente tiene asegurada Consuelo Porras gracias a la forma en que se ha comportado desde que asumió funciones.

El discurso de Giammattei estuvo a tono con los que pronunciaron el presidente saliente del Congreso y la presidenta entrante, sin que faltara el ya consabido manoseo de Dios que todos hacen con las manos sucias.

El hecho es que la Guatemala de hoy está peor en todo sentido de la que recibió Giammattei de Jimmy Morales, lo cual es demasiado decir porque si con su antecesor todos pensamos que el país había tocado fondo, nos venimos a dar cuenta que si Morales era malo todavía podía ser superado, como efectivamente sucedió. El balance de estos dos años es patético y ha asegurado que el mandatario sea reconocido justamente como él no quería ser recordado.

Redacción La Hora

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