Juan Antonio Mazariegos

jamazar@alegalis.com

Abogado y Notario por la Universidad Rafael Landívar, posee una Maestría en Administración de Empresas (MBA) por la Pontificia Universidad Católica de Chile y un Postgrado en Derecho Penal por la Universidad del Istmo. Ha sido profesor universitario de la Facultad de Derecho de la Universidad Rafael Landívar en donde ha impartido los cursos de Derecho Procesal Civil y Laboratorio de Derecho Procesal Civil. Ha sido y es fundador, accionista, directo y/o representante de diversas empresas mercantiles, así como Mandatario de diversas compañías nacionales y extranjeras. Es Fundador de la firma de Abogados Alegalis, con oficinas en Guatemala y Hong Kong, columnista del Diario La Hora y Maratonista.

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Juan Antonio Mazariegos G.

El terrible accidente ocurrido en Chiapas, México,  el pasado 9 de diciembre, en el cual perdieron la vida  55 de 166 migrantes que viajaban hacinados en el interior de un contenedor, en el que los transportaba, una de tantas mafias de traficantes de personas, en condiciones infrahumanas, sin siquiera la posibilidad de poder viajar sentados, situación que al parecer contribuyó, como carga a granel y suelta que eran, combinada con el exceso de peso y la velocidad del tráiler, a que el piloto perdiera el control y el vehículo colisionara de frente, con el conocido como “Puente de la Muerte”, con el fatal desenlace ya descrito, no puede ser considerado simplemente un hecho más y debe servir como un hasta aquí, en ese permanente e incesante flujo de migrantes que desde nuestros países salen en busca del sueño americano.

Las víctimas de la tragedia no son solo los fallecidos, muchos de los otros accidentados aún convalecen en México y las familias de todos sufren la doble tragedia de la falta de información y de recursos para repatriar cadáveres y heridos, en medio de enormes deudas que contrajeron para saciar a las mafias de traficantes y que dejan ahora a las familias en el desamparo de la pérdida de sus seres queridos y con la obligación de hacer frente a las deudas contraídas.

Resulta  difícil  pensar, que haya alguien que no sepa en Guatemala que el origen de esta y otras muchas tragedias que cada cierto tiempo se suceden entre los miles de migrantes que tratan de llegar al norte,  es la falta de oportunidades en nuestros países y la necesidad de buscar un futuro mejor que muchos consideran, solo pueden encontrar en Estados Unidos.  No hay que buscarle 100 pies al gato, la solución a la problemática de la migración debemos encontrarla aquí y no en medio de discursos de políticos, burócratas que viven gracias a la misma tragedia que dicen combatir o contribuciones a terceros países que buscan solo llevar agua a su molino.

Debemos de crear riqueza, solo la creación de nuevas empresas que produzcan empleos dignos  y la generación de nuevos propietarios podrá disipar sueños y arraigar a las personas a sus comunidades.

Debemos de fomentar la educación a todo nivel, pero con énfasis en la sexual y la financiera que permitan a la gente entender que debe traer al mundo a los hijos que pueda alimentar, vestir y educar, porque la responsabilidad para con ellos va mucho más allá de la simple gestación. Debemos hacer un genuino esfuerzo por erradicar la corrupción, porque cada quetzal que se queda en la bolsa de un corrupto,   contribuye a expulsar a un compatriota hacia un destino incierto y que muchas veces concluye como la tragedia con la que hoy inicié esta columna.  Esta semana, los distintos medios noticiosos, traían reseñas  de nuevas iniciativas y contribuciones para frenar la migración irregular. Ojalá se materialicen en algo, con solo buenas intenciones el flujo de migrantes no se detendrá.

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