Jorge Santos

jsantos@udefegua.org

Defensor de derechos humanos, amante de la vida, las esperanzas y las utopías, lo cual me ha llevado a trabajar por otra Guatemala, en organizaciones estudiantiles, campesinas, de víctimas del Conflicto Armado Interno y de protección a defensoras y defensores de derechos humanos. Creo fielmente, al igual que Otto René Castillo, en que hermosa encuentra la vida, quien la construye hermosa.

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No es necesario entrar en muchos detalles, ni explicar el profundo deterioro que el país está atravesando y que afecta a la mayoría de la población. Para donde usted dirija su mirada podrá apreciar dicho deterioro y sin lugar a dudas, mucho del mismo lo perciben todos y cada uno de los días. Este colapso se ha venido gestando durante décadas, sin embargo, han sido los últimos 7 años los que se ha acelerado intencionalmente el mismo y estamos a un paso de llegar a un punto sin retorno, en donde la debacle será absoluta.

Esta aceleración de la debacle está íntimamente relacionada con la llegada de Jimmy Morales y Alejandro Giammattei a la presidencia de la República respectivamente y sus alianzas con la oligarquía y las mafias del país, particularmente con estructuras vinculadas a la narcoactividad. Estos actores articulados en una alianza criminal denominada el Pacto de Corruptos han llevado a cabo un plan de captura absoluta del Estado guatemalteco y junto a ello, se ha ido dando de manera paulatina un deterioro de todo lo público en el país. Sistemas públicos que debían garantizar derechos humanos, que estaban ya en crisis, hoy son a penas instituciones que sirven para alimentar la amplia maquinaria de corrupción e impunidad. No importa cuánto daño se le haga a la población, el objetivo principal de esta alianza criminal, es producir corrupción, impunidad y violencia.

El Sistema de Salud, previamente en crisis, hoy está en trapos de cucaracha; los pocos esfuerzos realizados para dotar de salud a la población han sido desmantelados. La pandemia del Covid-19 fue perversamente utilizada para cometer un horroroso crimen de corrupción que, ha implicado muerte y enfermedad en el Pueblo guatemalteco. Hoy la atención es cada vez peor y las denuncias por actos de corrupción están a la orden del día.

La niñez guatemalteca, una de las más afectadas por esta debacle, sufre de manera injustificada el peor sistema de educación, antes visto. Escuelas en ruinas, falta de pupitres, pizarrones, agua potable y hasta de personal marcan el inicio de este ciclo escolar. Pero a ello hay que sumar una crisis alimentaria que impacta mayormente en las y los niños menores de 5 años. A su vez la población que habita los municipios del departamento de Guatemala sufriendo la peor crisis de transporte. Población que se ve forzada a pagar un encarecido servicio de transporte o bien obligada a adquirir algún medio de transporte y cubrir los gastos de combustible cada vez más caro. Hacer colas interminables y muchos y muchas pasar de 4 a 5 horas en el vehículo para llegar a sus labores y luego a sus viviendas. Estos son tan sólo algunos ejemplos del colapso total al que cada vez más nos acercamos.

Este año electoral permitiría cambiar el rumbo de este choque frontal que nos llevaría al colapso total e iniciar un proceso lento de refundación del Estado guatemalteco, sin embargo, estas mismas mafias que cooptaron el Estado, hoy siguen su esfuerzo de impunidad y corrupción y llevarnos así al peor escenario posible. La lucha por liberar a este Pueblo y dignificarle continua.

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