Jorge Santos

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Defensor de derechos humanos, amante de la vida, las esperanzas y las utopías, lo cual me ha llevado a trabajar por otra Guatemala, en organizaciones estudiantiles, campesinas, de víctimas del Conflicto Armado Interno y de protección a defensoras y defensores de derechos humanos. Creo fielmente, al igual que Otto René Castillo, en que hermosa encuentra la vida, quien la construye hermosa.

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Por Jorge Santos

El gran poeta florentino Dante Alighieri fue el autor del famoso poema La Divina Comedia, el cual describe al infierno como un lugar en forma de cono invertido, formado por nueve círculos, contenidos unos dentro de otros. En ellos se ubica a los pecadores según el tipo de pecados cometidos en su vida a mayores pecados, mayor profundidad. Sin entrar en grandes detalles, el noveno y último círculo descrito en esta gran obra de la literatura universal, es aquel que está resguardado por gigantes bíblicos, en el cual están los traidores y son resguardados por el propio Lucifer. En el centro de todo está Satanás torturando a los traidores de Dios.  Este círculo, el noveno, es el que está destinado a lo peor de la humanidad, a quienes cometieron los peores pecados.

Ya fuera de la literatura, de los poemas y los cantos, las élites guatemaltecas, pero en particular la oligarquía, estaría destinada al décimo círculo nunca descrito por Dante. Una especie de infierno destinado a aquellas personas que sin importarles, el extracto de lo peor entre lo peor de la humanidad, porque concentran todos los males de los nueve círculos previos y los exceden. Lo más probable es que el único círculo que no merezcan sea el primero en la medida que éste, según Dante, estaba destinado a los intelectuales y que por su virtuosidad sienten el deseo nunca satisfecho de conocer a Dios y por ende en este círculo aparecen grandes pensadores de la humanidad como Platón, Homero y Aristóteles, entre otros.  Dado que la oligarquía guatemalteca, tiene una afición preferencial por la ignorancia, pasarían directo a la puerta del infierno o al segundo círculo.

Estas élites corruptas, violentas e impunes, insatisfechas e insaciables de dinero y poder han sometido a este país y a sus Pueblos a todos los sufrimientos posibles. Prácticamente desde la instauración de la República se han dedicado a saquear, violentar y a organizar el Estado para sus fines e intereses particulares. Hoy, esta sociedad post Genocidio, es nuevamente sometida a la histórica ignominia a la que la oligarquía y sus serviles élites políticas y militares han estado acostumbradas. Al igual que durante el Conflicto Armado Interno, el gran proyecto oligárquico militar, en el cual hoy se suma el Crimen Organizado, está decidido a tomar contra absoluto de la insitucionalidad pública de los tres poderes del Estado y conducirlos hacia los fines espurios de la violencia, corrupción e impunidad. De todo ello, da cuenta la llegada del criminal Alejandro Giammattei a la presidencia de la República o bien de la asunción de la corrupta Consuelo Porras a la Fiscalía General, o la usurpación de funciones de la actual Corte Suprema de Justicia y ni hablar de la Junta Directiva del Congreso de la República o de las y los magistrados de la Corte de Constitucionalidad.

Frente al infierno, rebelarse y resistir no sólo es un derecho, sino una obligación.

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