Juan José Narciso Chúa

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Guatemalteco. Estudió en el Instituto Nacional Central para Varones, se graduó en la Escuela de Comercio. Obtuvo su licenciatura en la USAC, en la Facultad de Ciencias Económicas, luego obtuvo su Maestría en Administración Pública INAP-USAC y estudió Economía en la University of New Mexico, EEUU. Ha sido consultor para organismos internacionales como el PNUD, BID, Banco Mundial, IICA, The Nature Conservancy. Colaboró en la fundación de FLACSO Guatemala. Ha prestado servicio público como asesor en el Ministerio de Finanzas Públicas, Secretario Ejecutivo de CONAP, Ministro Consejero en la Embajada de Guatemala en México y Viceministro de Energía. Investigador en la DIGI-USAC, la PDH y el IDIES en la URL. Tiene publicaciones para FLACSO, la CIDH, IPNUSAC y CLACSO. Es columnista de opinión y escritor en la sección cultural del Diario La Hora desde 2010

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Juan José Narciso Chúa

La situación política, social y económica presentan diferentes facetas de incertidumbre en perspectiva. El futuro no parece del todo arreglado, como algunos quisieran, puesto que el crecimiento económico del 8% del PIB hoy parece desacelerarse ante las distintas manifestaciones de un choque de oferta en donde se conjugan incremento del precio del petróleo, alza de los precios de los fertilizantes, el desabastecimiento de cereales, encarecimiento de los contenedores para movilizar mercadería, el problema de los puertos para atracar barcos y desembarcar mercadería y a ello hay que añadir la dificultad para encontrar personas que quieran trabajar en los camiones para sacar la mercadería de los puertos. Sumado a ello el fantasma de la inflación y una recesión vienen a sumar más incertidumbre para el futuro económico.

Lo político entró en una fase de silencio coyuntural; es decir, la carencia de capacidad de gobernabilidad por el actual régimen perdió el control de su gestión cuando se orientó principalmente a servirse del patrimonio del Estado y a fraguar estrategias de cara a las elecciones generales. Con ello, el actual Gobierno se hunde cada vez más en sus propias telarañas, basado principalmente en el control de la justicia en general.

Ese aparente silencio o estado de aletargamiento no debe comprenderse como una nueva normalidad de Gobierno, para nada, simplemente es una expresión clara de la incapacidad de articular procesos e instituciones para efectivamente “gobernar”, pero todo se ha abandonado por el absurdo de mantener el control de las instituciones de justicia, ya casi de la PDH y en poco tiempo la Contraloría General de Cuentas de la Nación.

Pero no es normal, para nada, las falsas voces altisonantes que invocan a Dios son eso, una farsa, las visitas sin sentido a grupos de conservadores en Washington tampoco provocan aliados, la incapacidad se arropa hoy en que no los dejan gobernar. La población debe seguir atenta que la situación de deterioro que es permanente, no se detiene fácilmente y que la invocación a las elecciones es –como ya he dicho-, es un espejismo, pero que, en todo caso, aún a pesar de ello se debe dar la batalla para ver si con un golpe de dignidad el pueblo revoca, por medio de una elección que se verificará llena de trampas y trompicones, a este grupo de criminales enquistados en el poder.

Lo peor es que todo apunta a que ninguna institución va a dar la cara por el soberano, para nada, únicamente el pueblo puede hacer valer su legitimidad como soberano y en un ejercicio de participación ciudadana debe luchar por cambiar esta amorfa conjugación de expresiones que no pretenden más que seguir apostando por sacarle réditos al Estado y mover los hilos del poder a su favor y antojo.

Ayer que leía las declaraciones del Embajador McFarland en el sentido que las élites cometieron un grave error al “dejarse seducir por un proyecto en contra de la justicia independiente”, reflexionaba que tiene mucha razón, pero este proyecto es aún más perverso, pues le está robando a la ciudadanía su legítimo derecho a contar con una sociedad distinta, en donde todos tengan esa apertura a la inclusión, a la solidaridad, a la vida digna, así nada más.

La Lista Engel, como muchos aseveran, nadie de los implicados le hace caso, pero en el fondo no es así. Efectivamente esta Lista de Engel constituye la manifestación de los Estados Unidos, por refrendar su lucha contra la corrupción, posiblemente muchos pidan o exijan más o que haya otros personajes incluidos, pero al final representa un listado para la vergüenza, un listado que coloca a quien se nombre ahí, en el lado oscuro de la historia y la historia se lo cobrará en el futuro.

La lucha de las organizaciones sociales y partidos progresistas, a pesar de que todo parece ser normal, debe continuar en la búsqueda de acuerdos básicos, primero programáticos y de principios para luego llegar a la parte complicada que resultan los listados de candidatos y eso. Todo aquél político que quiera continuar con la farsa de las elecciones por su propia cuenta, no llegará muy lejos o bien se hará parte de esta vorágine de oportunistas y criminales.

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