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“La obra maestra de la injusticia es parecer justo sin serlo.” Platón
Durante mis años de docencia universitaria he conocido a muchas personas, entre ellas conocí a Benjamín Labriel, de quien durante muchos años no supe, hasta hace poco tiempo, desafortunadamente por ser uno de esos casos, en los que se evidencia la injusticia de un sistema disfuncional.
Benjamín se encuentra detenido, desde hace más de tres años, por una denuncia que no entraré a analizar, porque su análisis corresponderá a la Justicia, pero que me hace preguntarme tanto a mí como a otros ¿Es igual la Justicia para todas las personas? De cerca he conocido muchos casos en los que se ha utilizado un derecho ganado con mucho esfuerzo para objetivos espurios, y que restringen una de las posesiones más preciadas de cualquier persona como lo es la libertad, más cuando esta restricción proviene de las deficiencias de un sistema que castiga sin miramiento alguno, sin cumplir con los principios procesales básicos.
Benjamín se encuentra privado de libertad desde hace más de tres años, cerca de cumplir los cuatro, sin que se haya llevado a cabo aún la audiencia de etapa intermedia, violando no solamente la legislación ordinaria, también la misma Constitución y los Convenios y Tratados Internacionales, su caso ha sido conocido por siete diferentes juzgados, en este periodo los que no han sido capaces (de incapacidad personal) de resolver este caso sometido a su jurisdicción y de garantizar el cumplimiento efectivo de las diferentes leyes.
Del sistema penal en Guatemala se dice que es acusatorio, sin embargo, en la práctica funciona como inquisitivo, en el que el acusado es tratado como culpable por el Estado hasta que se demuestre lo contrario, lo que genera un estado de indefensión ante el juez que se convierte en acusador en vez de juzgador.
¿Por qué es necesario hacer la reflexión anterior? En el caso de Benjamín, como en el de muchas más personas a quienes se les ha vedado los derechos fundamentales de debido proceso, presunción de inocencia y derecho de defensa, porque quedan en el olvido de un sistema que se nutre de nuestros impuestos, pero no responde con garantizar los derechos básicos, debido a que no se desarrolla un proceso en el que se respeten como mínimo los plazos.
¿En cuántos acontecimientos familiares no ha podido estar Benjamín y todos los Benjamines del país? En los quince años de su hija, entre otros de igual importancia ¿Quién le va a devolver los momentos arrebatados? Nadie, porque la representación de una Justicia Ciega en nuestro país no responde a simbolizar su imparcialidad y objetividad, sino que a desconocer los derechos de quienes caen bajo su ceguera.
El caso Labriel, llora más que sangre porque como en muchos más, el sistema se ha mostrado indolente ante los derechos de las personas a las que les roba parte de su vida, manteniéndolas alejadas de su entorno, por errores y horrores procesales y sustantivos, en el presente caso, siete, si señores siete jueces han sido responsables de su caso, durante todo el tiempo que ha durado el proceso, y el procesado aún no ha llegado a etapa intermedia.
¿Quién es el culpable, porque culpa hay de la indefensión de Benjamín? El sistema disfuncional y tardío en el que se ha convertido el nuestro, que no ha respondido a las necesidades de tantos privados de libertad en nuestro país, que han pasado meses y años esperando ser escuchados, ya no juzgados que sería mucho pedir, pasan años sin que se les juzgue en un proceso legal, porque al no cumplirse los plazos establecidos en la ley, se cae en una dejadez de funciones por parte de quienes han tenido la obligación de conocer de los diferentes casos sometidos a su judicatura.
Estamos ante lo que muchísima parte de la población identificamos como tortura institucional, porque una persona goza de plena libertad, mientras le veda a otros el derecho de vivirla, el deber de los jueces que es “Administrar justicia en forma imparcial, razonada, pronta y cumplida, de conformidad con la Constitución Política y las leyes de la República, resolver los asuntos de su competencia con independencia y cumplir rigurosamente las garantías del debido proceso” No se cumple, y es su responsabilidad.