Gladys Monterroso

licgla@yahoo.es

Abogada y Notaria, Magister en Ciencias Económicas, Catedrática de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad de San Carlos de Guatemala, Diploma otorgado por la Corte de Constitucionalidad en 2005, como una de las Ocho Abogadas Distinguidas en Guatemala, única vez que se dio ese reconocimiento, conferencista invitada en varias universidades de Estados Unidos. Publicación de 8 ediciones del libro Fundamentos Financieros, y 7 del libro Fundamentos Tributarios. Catedrática durante tres años en la Maestría de Derecho Tributario y Asesora de Tesis en la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad de San Carlos de Guatemala.

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Gladys Monterroso
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“Procure recordar que la tolerancia se convierte en un crimen cuando se tiene tolerancia con el mal.”
Thomas Mann

En el país, desafortunadamente existen varias líneas del crimen, que van desde el pago de peaje para poder trabajar, hasta los más complejos, como el narcotráfico, trata de personas, corrupción y otros, en el presente me referiré a hechos acaecidos diariamente en cualquier zona de la ciudad capital, o municipios del interior, con excepción de las “zonas seguras” que son las menos, se trata de la tragedia diaria que viven todos los ruteros cuando se enfrentan a la línea del crimen, de las que existen muchas, y que tienden a crecer para sumar más reprensión y aflicción a la sociedad.

Las zonas capitalinas se encuentran delimitadas por jurisdicciones criminales invisibles, pero sensibles, que, utiliza el crimen organizado para cobrar peaje semanalmente a los trabajadores para que, estos puedan trabajar, ¿Qué dice la constitución en relación con este derecho fundamental? Que el trabajo es, un derecho de la persona y una obligación social, pero como muchos derechos no es más que letra muerta, para la mayoría de los que viven diariamente un régimen anacrónico, que no perdona el incumplimiento del pago de una cuota, que habilita para el trabajo a quien lo paga, y que perjudica a empresas y trabajadores.

Veamos un ejemplo, que puede darse en cualquier zona, ubiquemos en cinco calles a las que llamaremos x de la zona 6, separadas de cinco calles llamadas y, por una calle que sirve de frontera invisible, esa división la han creado los criminales para indicarles a los ruteros hasta donde pueden llegar, si le corresponde las x, no puede pasar a lay y ¿Qué sucede si por desconocimiento pasa la frontera? En el menor de los casos le regañaran, en el peor le asesinaran, así de crudo es el submundo que vive y convive ahí donde usted no se encuentra seguro.

Los delincuentes en muchos de los casos bajo el paraguas de la inacción del Estado al que le ha sido más fácil hacerse de la vista gorda, en el menor de los casos, porque existen rumores de que algunos funcionarios son parte o reciben algún beneficio de este caótico sistema de crimen organizado, en el que toda una estructura criminal bien instaurada, tienen constituido un sistema de cobro de membresía a quienes, se ven en la necesidad de ingresar a la mayoría de los barrios y colonias que, cada día son más pobres, y que adicional pagan además de impuestos legales, el peaje creado por esta variante más del crimen organizado.

Todos, absolutamente todos los pilotos de las rutas de la Guatemala profunda, tienen que pagar el peaje de las más variadas formas, a algunos les obligan a darlo a uno de los reclutas que tienen previamente identificados, quienes actúan como soldados obedientes de ese ejercito del crimen, que son personas sin conocimientos, que viven en un inframundo necesario para el gran capital, y no porque reciban ganancias, no, es porque mientras más ocupados estemos tratando de sobrevivir, menos nos ocuparemos en salir de nuestra ignominia situación, que no pretenden que cambie.

Otros utilizan a amigas, hermanas, novias y hasta esposas para que, los pilotos depositen semanalmente el valor de la talacha, tienen una salida para todo, siempre actuando con total impunidad, utilizando el miedo y la necesidad de los pilotos y las empresas, así la cosa, semanalmente tienen que hacer efectivo el “derecho de peaje” para poder trabajar, con el agravante que deben pagar bono catorce y aguinaldo, sí, porque los señores de los carteles que son quienes reciben el dinero, tienen que cubrir sus gastos como si de una empresa se tratare.

Los dueños de las empresas se han vuelto esclavos de esta línea del crimen, saben que, si o si deben pagar semanalmente, y que deben cumplir cuando aumentan el valor de la talacha, porque a esta parte del crimen también le castiga la inflación, pero ¿Qué sucede si alguien se opone? Que tienen incluso los números de teléfono de los encargados de las empresas para dar el consabido aviso de falta de cumplimiento de la “obligación”, y ¿Cuál es el castigo de incumplir con los requerimientos de estas agrupaciones del crimen? La muerte, algunas veces, las más, acompañados de tortura, y cuando mejor le va a la víctima, sufrir un incidente que les puede dejar inválidos o con la perdida de una parte de su cuerpo.

Es inconcebible que, mientras los funcionarios se encuentran rasgándose las vestiduras en el nombre de Dios, proclamando la vida, endeudándonos socarronamente un día sí y otro también, mientras se frotan las manos haciendo planes con la próxima coima, la verdadera Guatemala profunda tenga que trabajar para pagarles sus salarios, sus corruptelas, y además a los sicarios que están vigilando desde las áreas marginales para cobrar el peaje por trabajar.

En este país tenemos dos tipos de impuestos: los legales y los ilegales, y de ninguno de los dos obtenemos más que el derecho a medio vivir.

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