Gladys Monterroso

licgla@yahoo.es

Abogada y Notaria, Magister en Ciencias Económicas, Catedrática de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad de San Carlos de Guatemala, Diploma otorgado por la Corte de Constitucionalidad en 2005, como una de las Ocho Abogadas Distinguidas en Guatemala, única vez que se dio ese reconocimiento, conferencista invitada en varias universidades de Estados Unidos. Publicación de 8 ediciones del libro Fundamentos Financieros, y 7 del libro Fundamentos Tributarios. Catedrática durante tres años en la Maestría de Derecho Tributario y Asesora de Tesis en la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad de San Carlos de Guatemala.

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Gladys Monterroso
licgla@yahoo.es

“No existe remedio contra el mal cuando los vicios se convierten en costumbre.”
Seneca

A través de la historia de la humanidad, se han creado diversidad de elites que han divido a los seres humanos, antes que se crearan las monarquías, que son las más representativas de  la diferencia de clases, ya existían contrastes, hoy observamos cómo se han separado a los grupos familiares de manera que existen de primera, segunda, tercera, e ínfima clase, iniciando ya el tercer decenio del siglo XXI, nos encontramos en un país tercermundista como el nuestro,  con diferencias sustanciales entre las “buenas familias” y las que no lo son, tener dinero, un apellido rimbombante, o con pedigrí marca la diferencia.

Haciendo una analogía por demás simple, entre la Edad Media y la época actual no ha cambiado en esencia lo que se vivió a lo interno de la nobleza europea, y lo que se vive en Guatemala con las mal denominadas “buenas familias”, dentro de las costumbres de ambos grupos se pueden encontrar los más diversos personajes, en la nobleza el rey tenía a su reina, la que no desconocía la existencia de una o varias concubinas que tenían más poder que ella, en las “buenas familias” guatemaltecas, el señor de la casa generalmente un profesional, un empresario, un funcionario, o alguien reconocido (Aunque dentro de estos se ha colado parte del crimen organizado) tiene a su esposa, y de todos es sabido que regularmente en su lugar de trabajo o de poder tiene a quien es la que ocupa un espacio especial, “asistente” le llaman a algunas, todo siempre según la tabla de gustos de cada quien.

En la realeza, las reinas y princesas por mantener su estatus quo, aceptaban cualquier tipo de infortunio hoy con los cambios que nos ha proporcionado la liberación de la mujer en muchos aspectos, todavía se mantienen ciertos clasismos en muchas relaciones, detrás de cada puerta se dan las más variadas historias de enorme complejidad.

En la actualidad, la diferencia no es mucha, la nobleza se convirtió en lo que se denomina: “buenas familias”, término que siempre me he cuestionado porque ¿Qué es una buena familia? La que tiene apellidos de abolengo, más dinero o propiedades, si tomamos en cuenta, que después de la Edad Media surgió la burguesía compuesta por comerciantes entre otros, quienes constituyeron el poder real, hoy ese poder se encuentra diseminado entre los grupúsculos antes mencionados.

Veamos finalizada la segunda década del siglo XXI, la humanidad sufre transformaciones tecnológicas, mediáticas, y culturales, además de vivir una pandemia, en este contexto, se conserva ese clasismo que divide a los diferentes grupos por estatus sociales, y que no logramos superar, veamos si una persona (principalmente mujer) proviene de una familia humilde, le cuesta el triple que a quien puede decir soy hijo o nieto de don…. conseguir mejores oportunidades, no digamos obtener un empleo en el que se reconozcan sus capacidades, pero esto no es lo peor, lograr escalar y llegar a un espacio con honradez, dedicación, y buena educación no es suficiente para lograr que una persona sea admitida dentro del círculo de las “buenas familias”, aunque dentro de estas se den las situaciones más aberrantes como las relaciones entre suegros y nueras, padres e hijas, el alcohol, la drogadicción, la falta total de valores y por lo tanto de respeto entre sus miembros.

Lo anterior no es más que el reflejo de nuestra sociedad aldeana puritana e hipócrita que encasilla a las personas no por su tabla de valores humanos sino por el abolengo” que se tenga, aunque se arrastre una historia de pornografía, relaciones incestuosas, riquezas fraudulentas, y muchos antivalores, lo que importa es el “linaje” mestizo que nos enorgullece tanto, entrando a la tercera década de éste siglo, y en nombre de todos los inmigrantes, los exiliados las mujeres embarazadas obligadas por la sociedad a abortar, solamente hago un alto en el camino para preguntarle y preguntarme ¿Qué es una buena familia ¿Será un apellido, el dinero, o el lugar donde se vive, así es de cortita nuestra vista?

Para una nueva década una forma más humana de valorar a las personas es siguiendo las palabras de Confucio quien dijo “Donde hay buena educación no hay distinción de clases”.

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