Factor Méndez

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Defensor Derechos Humanos. Catedrático. Periodista/Escritor. Estudió Derecho, Derechos Humanos y Trabajo Social en Guatemala, Honduras y Costa Rica. Catedrático San Carlos y Rafael Landívar. Fundador Centro de Investigación, Estudios y Promoción de Derechos Humanos CIEPRODH. Autor de ensayos y artículos sobre temas sociales, políticos, memoria histórica y Derechos Humanos.

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Hoy 24 de marzo, se celebra el Día Internacional del Derecho a la Verdad en relación con violaciones graves a los Derechos Humanos y la dignidad de las víctimas.

Se cumplieron 44 años de la ejecución extrajudicial del líder nacional revolucionario, MANUEL COLOM ARGUETA, ejecutado por orden de los militares, de las élites oligarcas y los intereses capitalistas transnacionales que buscan saquear las riquezas naturales del país. Fue el último dirigente nacional revolucionario del siglo XX, ejecutado el 22 de marzo de 1979 por esbirros de la dictadura militar contrainsurgente del general Romeo Lucas García. Su ejecución la ordenaron altos oficiales del Ejército guatemalteco, entre ellos el general David Cancinos, confabulados con la burguesía local y capitalistas extranjeros.

Colom Argueta es el mejor alcalde que ha tenido la ciudad de Guatemala. Abogado, académico, intelectual, político y militante de izquierda. Un político audaz, carismático y comprometido, su lucha trascendió nuestras fronteras, su vocación democrática y convicción revolucionaria lo vincularon con el movimiento socialista mundial y latinoamericano. Entabló relaciones con la Internacional Socialista y se vinculó a la socialdemocracia, eso hizo posible que en reiteradas ocasiones recibiera la visita de líderes socialistas mundiales.

Colom Argueta fue eliminado para impedir que se presentara como candidato a la Presidencia de la República, porque sabían que ganaba las elecciones y temían que impulsara cambios estructurales a favor de las mayorías sociales históricamente excluidas, relegadas y discriminadas.

El ataque que arrebató la vida a Colom Argueta, es un acto de terrorismo de Estado en aplicación de la Doctrina de Seguridad Nacional (DSN) y contrainsurgente que caracterizó ese período. La orden de acabar con su vida fue tramada entre las camarillas oscurantistas y retrógradas del ejército, la oligarquía y los poderes paralelos.

Se cumplen 44 años de impunidad, nunca nadie ha sido sindicado como responsable, tampoco los autores intelectuales o materiales fueron investigados, procesados y menos condenados. La ejecución del líder revolucionario se tejió entre militares, los poderes fácticos y ocultos, el capital trasnacional, oligarquía y empresarios locales, que sintieron que el peso popular de Manuel en caso de llegar a la presidencia, ponía en riesgo sus intereses y privilegios.

Colom Argueta perteneció a la generación de jóvenes moldeados por los ideales de la Revolución de octubre de 1944. Fue víctima de uno de los objetivos del proyecto contrainsurgente: ¡Muera la inteligencia! puesto que consideraban necesario impedir la continuidad y desarrollo del pensamiento democrático y, por ende, debían eliminar cualquier obstáculo al proyecto contrainsurgente.

Confió en la democracia burguesa y creyó en la posibilidad de acceder al poder por la vía electoral, sin el uso de la violencia e impulsar cambios estructurales que la sociedad guatemalteca requiere, profundos y acelerados, para modificar el sistema de injusticia, desigualdad, exclusión e irrespeto a los Derechos Humanos que la población guatemalteca sobrelleva hasta ahora.

En ese ideal se equivocó, los fascistas, autoritarios e intolerantes no respetaron su vida, Manuel fue eliminado luchando por esa utopía y con su eliminación se atrancaron los espacios de participación ciudadana.

En 1979 el Frente Unido de la Revolución (FUR), del que soy uno de los fundadores y miembro de la Dirección Nacional, fue el partido que propuso la candidatura presidencial de Colom Argueta para las elecciones de 1982; pero los enemigos de la democracia decidieron terminar con su vida, sabían que, si Manuel hubiera sido candidato, habría ganado la presidencia de la República, debido a su calidad de estadista, conductor social carismático y líder nacional que gozaba de reconocimiento, cariño, respeto y gran arraigo popular.

Honrar su lucha, ejemplo y sacrificio es un deber de lealtad, un deber de memoria y de rescate de la memoria histórica. ¡Manuel Colom Argueta, vive!

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