Factor Méndez

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Defensor Derechos Humanos. Catedrático. Periodista/Escritor. Estudió Derecho, Derechos Humanos y Trabajo Social en Guatemala, Honduras y Costa Rica. Catedrático San Carlos y Rafael Landívar. Fundador Centro de Investigación, Estudios y Promoción de Derechos Humanos CIEPRODH. Autor de ensayos y artículos sobre temas sociales, políticos, memoria histórica y Derechos Humanos.

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Factor Méndez Doninelli.

El 7 de febrero de este 2022, se cumplieron 60 años de la implementación unilateral del bloqueo económico, comercial y financiero decretado en 1962 por el Gobierno de los Estados Unidos (EE.UU.) contra Cuba, durante la presidencia del demócrata John F. Kennedy, quien afirmó que cumplía con la Ley de Ayuda Externa de 1961 y con el mandato del Congreso estadounidense.

El objetivo de esa perversa y arbitraria medida fue, cortar todo tipo de vínculo comercial con la isla caribeña para cercarla y aislarla del mundo, la intención era crear las condiciones para encender el descontento popular y provocar el rechazo al gobierno revolucionario.

Desde el triunfo de la Revolución Cubana en enero de 1959, las administraciones estadounidenses sin excepción, han conspirado para hostigar y dirigir un proceso progresivo de sanciones contra Cuba, con la esperanza de interrumpir el proceso revolucionario.

La política intervencionista de la presidencia imperial contra Cuba, inició el 3 de enero de 1961, cuando el mandatario de entonces, Dwight D. Eisenhower ordenó romper relaciones diplomáticas con Cuba. La intención era, asfixiar económicamente al país caribeño y rendir por hambre a su pueblo.

En 1992, la Ley Torricelli convirtió el bloqueo en un asunto de carácter extraterritorial, pues dispone aplicar sanciones a terceras naciones, debido a que prohíbe a subsidiarias estadounidenses en terceros países, mercantilizar bienes con Cuba. Luego en 1996 se aprobó la Ley Helms-Burton, que agravó y reforzó la política estadounidense contra el pueblo cubano.

Después en el 2000, la Ley de Reforma de las Sanciones Comerciales y Ampliación de las Exportaciones, apuntala el bloqueo porque impide que turistas estadounidenses viajen a la isla caribeña e imposibilita que productos agrícolas de EE. UU. sean vendidos a Cuba.

En la presidencia de Donald Trump, la política imperial contra Cuba recrudeció, se aplicaron 243 medidas coercitivas unilaterales. Además, en enero de 2021 se incluyó a Cuba en la lista de Estados patrocinadores del terrorismo y en la actual administración de Joe Biden, el hostigamiento contra el régimen cubano continúa inalterable.

En relación a los daños provocados acumulados durante 60 años de bloqueo, las estimaciones al 2020 del Gobierno cubano sitúan las cifras en, más de 1 billón 377 millones 998 mil dólares.

Durante el desarrollo de la pandemia de la Covid-19, el bloqueo rebasó los abusos, pues según el canciller cubano Bruno Rodríguez, “llegó a límites insospechados de crueldad, al obstaculizar donaciones solidarias, tratar de entorpecer el desarrollo de las vacunas cubanas y limitar las posibilidades de acceder a medicamentos e insumos básicos.”

En el seno de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), todos los años la votación mayoritaria del tema es de rechazo. Los países de la comunidad internacional están contra esa política imperialista y exigen que se elimine el bloqueo.

A pesar de las dificultades y limitaciones severas que el bloqueo provoca entre la población cubana, después de 60 años el pueblo resiste con dignidad y coraje, dispuesto a defender el proceso revolucionario. El criminal e inhumano bloqueo económico impuesto por el Gobierno estadounidense contra Cuba debe terminar, porque viola principios del Derecho Internacional, el principio a la independencia, el derecho a la autodeterminación de las naciones y los derechos humanos de la población cubana.

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