Ramón Cadena

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Ramón Cadena

Dicen que los espejismos son frecuentes en el desierto. Yo creo que también lo son en nuestros climas templados que, a veces, se convierten en climas destemplados y fríos. Cuando el gobierno de Giammattei pretende darle apariencia de democracia a su sistema político dictatorial, nos encontramos con una ilusión óptica que refleja la noche sobre la obscuridad. Me refiero a la dictadura que vivimos en Guatemala, con apariencia de democracia.

Ambos sistemas hay que verlos y analizarlos con lupa, con los ojos de un águila que lo ve todo, para distinguirlos bien uno del otro y no dejarnos llevar por espejismos que nos hagan caer en un barranco profundo que casi llega al fondo de la tierra o subir la montaña de un arcoíris, buscando el tesoro que se esconde atado al dedo meñique de su mano izquierda.

Debemos reconocerlo: en Guatemala no hay democracia; por el contrario, hay una férrea dictadura. Ésta se manifiesta plenamente cuando desaparece el espejismo. Lo que queda de la tenue silueta de la democracia, nos envuelve con mucha tristeza cuando intenta despedirse. La dictadura se va haciendo más y más evidente, cuando de nuestros ojos llueven lágrimas que lloran el daño inmenso que se le está haciendo a los derechos humanos de todos y todas.

Una de las estrategias principales del gobierno de Giammattei y sus villanos es la apariencia de legalidad que le imprime a sus actos. La verdad es que busca cometer actos de corrupción y mantener el llamado “status quo”. Busca perpetuar el sufrimiento, la ignorancia, la discriminación, el racismo y la pobreza extrema.
Para ello, le dan apariencia de legalidad al fraude electoral de las recientes elecciones de segundo grado; logran instalar a jueces afines en las altas cortes (Corte de Constitucionalidad, Corte Suprema de Justicia y Magistraturas); poco a poco, logran controlar a jueces y magistrados; nombran a una Fiscal General que no va a perseguir a la mafia que gravita alrededor del rey sin corona. Los partidos políticos oficialistas, se reacomodan alrededor del poder, con el mejor disfraz de democracia. La dictadura baila con su traje de levita, sonriente y alegre de haber engañado una vez más a los pueblos. Se promueve el imperio del rey, mientras se extingue poco a poco el imperio de la ley.

Casos previamente bien elegidos, se declaran bajo reserva, para imponer la censura a las y los periodistas. Y con la apariencia de estar juzgando hechos de alto impacto del crimen organizado, se limita la libertad de expresión. Se confunde, se miente y el espejismo de la reserva, con apariencia de legalidad, permite que volvamos al sistema inquisitivo, que las audiencias de los casos sean secretas y que el juez ejerza su poder para sacar de la sala a periodistas que tienen todo el derecho de informar acerca de la evolución de cada caso. El espejismo de que la investigación debe avanzar, permite cerrarle las puertas a la publicidad y afectar la libertad de expresión.

Sabemos de antemano que la publicidad provoca transparencia. No sucede lo mismo con la reserva. El secretismo es muy mal consejero de la verdad. Las cosas que se hacen a escondidas, generan desconfianza. Y en materia de justicia, pueden provocar detenciones arbitrarias e impunidad y causar más ilegalidades. La prensa tiene todo el derecho de informar sobre lo que se discute en las audiencias. Eso es honesto, transparente. Así debe ser la Justicia. Ya no estamos en aquellos tiempos en los que el juez investigaba en secreto y luego emitía su sentencia. Ya superamos el sistema inquisitivo. Ahora es el tiempo del sistema acusatorio; la democracia debe prevalecer sobre la dictadura.

Declarar bajo reserva un caso es una prerrogativa del juez; para avanzar en las investigaciones con mayor seguridad, ya que se evita la fuga de información o bien, se evita la posibilidad de alertar a los sindicados para que puedan escapar. Es cierto que, en algunos casos muy graves, el conocimiento o publicidad de los detalles podría poner en riesgo el éxito de las diligencias. Se trata de una herramienta legal que está regulada en el artículo 314 del Código Procesal Penal. Sin embargo, he leído varias veces su largo texto y no he encontrado nada, ninguna frase o palabra que afirmen que jueces, juezas o fiscales tienen la facultad o el derecho para limitar o negar la presencia de la prensa en una audiencia.

Entiendo que la prudencia pueda recomendar que las diligencias de investigación en un caso se mantengan en forma secreta, bajo reserva. Sin embargo, en la actualidad, la declaratoria de reserva está provocando que el llamado juez de garantías, el que debe velar por el respeto de las garantías constitucionales, legales y del debido proceso, deje de serlo y se convierta en un juez inquisidor. Un juez que aprovecha su puesto y su poder para atacar a gente honesta, a abogados que cumplen con su función de apoyar la justicia, a periodistas que cumplen con su función de ser fieles a la libertad de expresión. La dictadura pues, nos está llevando hacia atrás.

Giammattei y su mafia están convirtiendo a Guatemala en una pesadilla. La persecución a todas las personas que se oponen a la corrupción intensa que hay en el gobierno o a quienes denuncian la pobreza extrema que la corrupción está provocando, ha hecho que jueces, juezas, abogados, abogadas, fiscales, periodistas y otros profesionales honestos hayan tenido que salir al exilio. Los políticos oficialistas, funcionarias y funcionarios públicos, élites económicas y militares quieren robar y robar y robar y seguir robando por un buen tiempo. Mientras más y mejor puedan hacerlo, más contentos van a estar. Y todo a base de espejismos. Esta dictadura quiere dar apariencia de legalidad a todos sus actos. Hasta que, como dice el dicho, de tanto repetir la mentira, la convirtamos en verdad.

Inventan delitos, utilizan el fraude de ley, el abuso de derecho, impulsan la implementación de una agenda legislativa regresiva y crean espejismos para justificar sus políticas públicas, sentencias o leyes. Así, con la mentira al frente, quieren reformar el orden público, para consolidar el autoritarismo que lo rodea; han desarmado la independencia judicial, para tener un Poder Judicial integrado con jueces afines a sus fechorías; quieren reprimir a la oposición política, como lo hicieron en la fraudulenta elección de Rector de la USAC; quieren sacar de la cárcel a militares que cometieron graves violaciones a los derechos humanos de las personas durante el conflicto armado interno y darle libertad a funcionarios de alto nivel que cometieron recientemente graves actos de corrupción. Intentan con fuerza convertirlos en víctimas y no reconocer lo que verdaderamente son: victimarios.

Usemos los espejismos para soñar. Para soñar con una paloma mensajera bebiendo agua en el manantial que corre manso en el desierto; para soñar con un futuro lleno de flores y alegría, lleno de principios democráticos, tolerancia y sin dictaduras. Eso es lo que la sociedad guatemalteca merece. Una realidad con periodistas que nos narren la verdad de lo sucedido en una audiencia judicial; o que nos muestren la sonrisa que provoca una amplia libertad de expresión, suficiente para escribir el mejor libro para niños, que los haga reír, que los llene de paz o que los haga llorar, pero que siempre los lleve de la mano por el sendero de la verdad y nutra su imaginación con ética, felicidad y esperanza en un futuro mejor.

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