Factor Méndez

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Defensor Derechos Humanos. Catedrático. Periodista/Escritor. Estudió Derecho, Derechos Humanos y Trabajo Social en Guatemala, Honduras y Costa Rica. Catedrático San Carlos y Rafael Landívar. Fundador Centro de Investigación, Estudios y Promoción de Derechos Humanos CIEPRODH. Autor de ensayos y artículos sobre temas sociales, políticos, memoria histórica y Derechos Humanos.

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Factor Méndez Doninelli

Dedicado a la memoria de Juan Luis Molina Loza, joven revolucionario, dirigente estudiantil universitario, a 50 años de su detención ilegal y posterior desaparición forzada o involuntaria cometida el 13 de enero de 1971 por elementos del ejército guatemalteco.

La semana anterior inicié el relato de cómo y porqué en mayo de 1971 siendo Asesor Jurídico de la Asociación de Estudiantes Universitarios (AEU), descubrimos el cementerio clandestino en el Pacaya después que pobladores de una de las aldeas alrededor del mencionado volcán denunciaron su existencia asegurando que los militares lanzaban cuerpos desde helicópteros.

El descubrimiento fue un tremendo escándalo que durante días ocupó las primeras planas de periódicos y desató un polémico debate público entre el ejército y la AEU que mantuvieron versiones posibles, completamente divergentes. La AEU sostuvo en base a la denuncia de los campesinos que las víctimas en el cementerio eran opositores políticos y presuntos insurgentes ejecutados por los militares. El ejército reconoció la existencia del cementerio y sostuvo que los restos encontrados eran de insurgentes ejecutados por sus propios compañeros ya que en ese lugar estuvo un campamento de entrenamiento de la guerrilla.

Lo cierto es que el cementerio fue descubierto y que el ejército hizo desaparecer los restos de las víctimas. Nunca se identificó a los sacrificados, tampoco se sabe qué ocurrió con los restos humanos que los militares se encargaron de esfumar.

La desaparición forzada de personas fue una práctica común de las fuerzas de seguridad del régimen de Arana Osorio, por esa razón, la dirigencia de AEU afirmó que algunas de las víctimas del citado cementerio podrían ser de estudiantes universitarios que antes habían sido ilegalmente detenidos y desaparecidos, citando como ejemplo el caso de Juan Luis Molina Loza, dirigente estudiantil de la Universidad de San Carlos (Usac) capturado por uniformados el 13 de enero de 1971 en ciudad Guatemala y posteriormente desaparecido. Para la AEU el descubrimiento del cementerio en el Pacaya proporcionaba indicios -por la vestimenta de algunas osamentas-, para pensar que podría tratarse de estudiantes desaparecidos.

Desde la captura y desaparición de Juan Luis, acompañé a su madre doña Juana Loza de Molina en su heroica y pionera lucha en busca de su hijo que la llevó a declararse en huelga de hambre en el parque central frente a Palacio Nacional exigiendo el aparecimiento con vida de Juan Luis. La respuesta de Arana no se hizo esperar, para detener la protesta ordenó desalojarla del parque a la fuerza y recluirla en el hospital neuropsiquiátrico.

Lanzar cuerpos de personas al cráter activo de un volcán no fue un acto inédito o novedoso de las fuerzas de seguridad guatemaltecas, desde mucho antes que sucediera en Guatemala se sabía que en la vecina Nicaragua el dictador de turno, general Anastasio Somoza inauguró esa práctica inhumana contra opositores al régimen, particularmente los militantes del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) lanzando sus cuerpos al cráter del volcán de Masaya, un coloso en permanente erupción. También se sabía que Somoza y Arana eran compadres por ser padrinos de sus descendientes, lo que hace creer que Arana copió los métodos represivos de su homólogo nicaragüense y los aplicó en Guatemala. Pero Arana lo superó, durante su régimen fueron desaparecidos más de una veintena de dirigentes comunistas del Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT) y después se supo que los cuerpos fueron lanzados desde un avión militar al Océano Pacífico.

En Guatemala se reclaman más de 45 mil desapariciones forzadas cometidas por el Estado guatemalteco durante el conflicto armado que nunca deben repetirse.

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