Flaminio Bonilla

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Flaminio Bonilla Valdizón
flamabonilla@gmail.com

El Día del Maestro guatemalteco, se conmemora todos los años el “25 de junio”, en conmemoración al asesinato de la maestra María Chinchilla Recinos durante una manifestación de protesta en el año 1944. En esa ocasión se recordará nuestra inolvidable doña ELISA MARTINEZ CONTRERAS, exPrimera Dama de la Nación, es la pionera del servicio social en Guatemala.

Este columnista con mi familia tuvo una cariñosa y estrecha relación con doña Elisa Martínez. Es madrina de bautizo de Cristina mi hija mayor; a mi madre confió gran parte de sus archivos personales y textos inéditos de sus obras; en algunas de sus estadías en Guatemala, vivió en nuestra casa o en casa de mis tíos Atilio y Mary, aunque su hogar en Guatemala cuando retornó por varios años lo fue la casa de don Ramiro Samayoa, frente al Parque de la Industria. Mis padres, cuando doña Elisa viajó a radicar en San Carlos de Bariloche, República de Argentina, mantuvieron una comunicación permanente con ella y sus sobrinos Rodolfo y Nelly García Sussini. Mi madre fue una observadora e investigadora de la obra de doña Elisa Martínez y en abril de 1974, presentó al Certamen convocado por la Mesa Redonda Panamericana con motivo del Día Mundial de las Américas, un pequeño estudio titulado «INICIACIÓN DEL SERVICIO SOCIAL ASISTENCIAL EN GUATEMALA. ELISA MARTINEZ CONTRERAS, MUJER DESTACADA DE AMÉRICA», que junto con el ensayo presentado sobre la vida de Helen Keller -trabajo ganador de ese certamen-, mereció una mención honorífica, pero ese estudio revela con muchísima exactitud por qué Elisa Martínez Contreras fue una -Mujer Destacada de América-, y sobre todo, porque en ese trabajo se resalta y reconoce el mérito hasta hoy inalcanzable de doña Elisa, en su amor por nuestros niños, «porque honró a Guatemala y eso le dará por siempre un justo título dentro de nuestra nacionalidad y ocupará un lugar preeminente en nuestro corazón.»

Doña Elisa murió en Bariloche el 15 de abril de 1985. Ella siempre manifestó su deseo de morir en tierra guatemalteca y ser acogida en nuestro fértil y bendito suelo. Su primer deseo no se satisfizo, pero el segundo sí porque sus restos, a instancias de sus sobrinos Nelly y Rodolfo y de mis padres, descansan por siempre en Guatemala. Efectivamente, sus sobrinos pidieron a mis padres recibir las cenizas de doña Elisa y el 7 de julio de 1985, tanto sus relaciones familiares como mi madre hicieron entrega a Guatemala de las cenizas de esa Mujer de América.

En algunos papeles y documentos de mis padres, me usme entre el material que ellos tienen sobre la obra de doña Elisa y me encontré con un tesoro incalculable de realizaciones y logros que concretó doña Elisa durante el histórico período presidencial del sexenio 1945/1951, como esposa entonces del doctor. Juan José Arévalo Bermejo. Al leer ese material nos damos cuenta exacta del valor humano que poseía doña Elisa y podrían llenarse cuartillas para resumir su amorosa y desinteresada obra en pro de nuestra niñez.

Otro aspecto de la grandeza de doña Elisa fue su auténtica vocación de MAESTRA. Ella se graduó de Maestra de Educación Primaria en el año 1921 y de inmediato inició la docencia en una Escuelita de Buenos Aires, ejerciendo ininterrumpidamente por más de 20 años. Cuando el mandato Presidencial del doctor. Arévalo la trajo a nuestras tierras, interrumpió su elevado ministerio, pero cuando por circunstancias de la vida volvió a su patria Argentina, ella retornó «a su puesto de Maestra en aquella misma y amada escuelita de Buenos Aires». La obra que doña Elisa realizó en Guatemala, la desconocieron sus compatriotas en toda su dimensión. Cuando luego del período presidencial del doctor Arévalo, vuelve a Buenos Aires, los diarios bonaerenses «La Razón y «El Mundo» dan la inusitada noticia, que «la esposa de un exPresidente volvió a su cargo de Maestra en Buenos Aires». De los archivos de mi madre obtengo que el más cariñoso de los artículos que se escribieron sobre ella en Argentina, fue en el diario «Crítica» del 5 de mayo de 1951, del cual transcribo literalmente el siguiente parágrafo: «Del Palacio Presidencial al aula primaria. De la alta figuración de un gobierno que varias veces pasó al primer plano de la actualidad en los últimos años por obra de sus inquietudes políticas, a la sencilla y quieta pero no menos alta y augusta función pedagógica. He aquí la trayectoria de nuestra compatriota, la señora Doña Elisa Martínez de Arévalo, esposa del ex?presidente de Guatemala. Cumplido el mandato constitucional de su marido, la exprimera dama de la república centroamericana, ha vuelto a dar paso a su vocación de educacionista, asumiendo en el ingenuo ambiente de un primer grado primario, el primerísimo papel que cantara el poeta: USTED SERÁ SIEMPRE/ LA BRÚJULA NUESTRA/ LA SIEMPRE QUERIDA/ SEGUNDA MAMÁ. /»

Esta columna es un homenaje de la maestra Elisa Martínez Contreras, a una mujer de estatura continental que fue toda bondad, amor, solidaridad y desprendimiento con los niños desnutridos y desvalidos de Guatemala. Una mujer que se prodigó a los niños que tiene frío, sed y hambre y que en sus caritas se adivina que son hijos del sufrimiento. Un homenaje a quien en 1952 fue declarada «MADRE SIMBÓLICA DE LOS NIÑOS DE GUATEMALA».

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