Fernando Mollinedo

mocajofer@gmail.com

Guatemalteco, Maestro de educación primaria, Profesor de segunda enseñanza, Periodista miembro de la Asociación de Periodistas de Guatemala, realizó estudios de leyes en la Universidad de San Carlos de Guatemala y de Historia en la Universidad Francisco Marroquín; columnista de Diario La Hora durante 26 años, aborda en sus temas aspectos históricos, educativos y de seguridad ciudadana. Su trabajo se distingue por manejar la palabra sencilla y coloquial, dando al lector la oportunidad de comprender de modo sencillo el universo que nos rodea. Analiza los difíciles problemas del país, con un criterio otorgado por su larga trayectoria.

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La palabra “educar” proviene del latín educare y significa: dirigir, encaminar; en un sentido más amplio se entiende como el desarrollo o perfeccionamiento de las facultades intelectuales y morales, afinar los sentidos, enseñar el buen uso de la urbanidad y cortesía de los niños y jóvenes por medio de ejercicios y ejemplos.

A los niños debemos enseñar que el Sol sale por el Este y se oculta por el Oeste; que, si apuntas con tu mano derecha hacia el Este, tu cara mira al Norte y tu espalda al Sur; que, todos los ríos corren en dirección al mar o a un lago; que, si ves un ave en medio del mar, es que hay tierra por donde vuela. Debemos enseñarles eso antes de darle un aparato telefónico celular, pues su batería se agota, la señal se pierde, y robotiza al ser humano; pero…la sabiduría, nunca se pierde.

La adicción a las redes sociales alcanza en determinados casos algo parecido a la de una droga; esta adicción genera tanto en las personas individuales como en la sociedad síntomas similares a una droga del tipo “C”; es decir, síntomas que pueden ser como la pérdida del control, la absorción a nivel mental o la alteración grave del funcionamiento diario de la persona, la cual impide encontrar consensos y puntos de encuentro entre las personas.

Sí bien es cierto que, la cultura que se obtiene en los centros escolares prepara a los estudiantes para ser competitivos en el mercado de la sociedad, también es cierto que la mayoría por su escasa experiencia de vida cree en el mar de historias que personas interesadas les pudiera contar.

Pero, la realidad se impone y se pierde el encanto de la irresponsabilidad estudiantil; ahora no basta con lo aprendido en las escuelas, colegios, liceos o institutos, hay peligros que acechan a los jóvenes quienes. en su afán de obtener dinero pronto y fácil para satisfacer las ofertas y gangas del mercado se comprometen a realizar tareas ilegales que los conducirán irremediablemente hacia el fracaso (léase drogadicción y pandillas) con sus fatídicas consecuencias.

Sí en realidad queremos cambios en la sociedad, debemos principiar por enseñar con la verdad, dejarnos de tapujos y decir la verdad; es tiempo ya de dejar, por ejemplo, la enseñanza de la Historia de Guatemala conservando las mentiras que nos enseñaron los maestros en la escuela primaria y secundaria; y que al fin descubrimos en los estudios universitarios.

Conocer la realidad nacional les dará a los estudiantes una mejor percepción de la vida en Guatemala, conocer su verdadera Historia y planificar su futuro en base a esas circunstancias los hará personas pensantes que no se dejarán manipular por los aspectos dogmáticos religiosos, sociales y políticos. Necesitamos una población que sepa pensar y que no haya sido educada para obedecer a los grupos de poder, es decir que, será una verdadera tarea titánica la de los maestros, profesores y catedráticos que principien a enseñar con la verdad.

En el área de salud femenina y masculina debería existir un mayor empeño en las escuelas, ofreciendo mayor cobertura con pláticas educativas respecto a la salud sexual y prevención de embarazos no deseados, lo cual significaría una verdadera enseñanza para la juventud del país.

Enseñar con la verdad es necesario para evitar que la opinión de los ciudadanos se anule y tiendan a conformarse con la idea que se ha terminado el espacio para un debate público sin estridencias ni vulgaridades; aunque, de hecho, los políticos guatemaltecos no saben de política, ni de Historia, ni de los aspectos más importantes en los rubros económicos y sociales. Es decir, en pocas palabras que la población necesita que desde el principio de enseñen a la población estudiantil CON LA VERDAD para evitarnos arrepentimientos por la dilapidación del erario nacional.

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